domingo, 1 de julio de 2007

REFLUJO, CADA VEZ MÁS COMÚN

Si el pequeño vomita espontáneamente, no sube de peso, come con dolor y está irritable podría tratarse de un problema serio

Edna supo que su hija tenía reflujo hasta que la bebé tenía seis meses. Durante este tiempo la niña devolvía la leche sin cesar, pasó por una caravana de fórmulas alimenticias, su mamá la dormía sentada por temor a la broncoaspiración y la pequeña sufría de neumonías con mucha frecuencia.

No fue sino hasta que al pediatra de la niña se le encendió el foco y la envió con un gastroenterólogo que Edna y su hija dejaron de sufrir: la pequeña tenía reflujo. Diagnosticado el padecimiento, ahora sí podrían seguir un tratamiento adecuado.

Hoy la pequeña tiene año y medio. Está sana y feliz.

Muchos padres pasan por la misma desventura que Edna y su hija y, sin embargo, en ocasiones no logran dar en el clavo con tanta rapidez. De hecho, ya es común escuchar en reuniones sociales, entre familiares y amigos, que los hijos sufren de este padecimiento.

Ulises Leal Quiroga, gastroenterólogo, nutriólogo y endoscopista pediatra explica que los casos de reflujo van en aumento en parte por el auge de las alergias. "El reflujo está en ascenso porque cada vez somos más, pero también porque cada vez hay más casos de alergia, lo que provoca reflujo y que se puede deber a factores ambientales, alimenticios y genéticos", afirma.

El reflujo es el retorno involuntario del contenido del estómago hacia el esófago, que en ocasiones llega hasta la boca, provocando regurgitación o vómitos. El especialista, quien da consulta en el Hospital Santa Engracia, de Monterrey, Nuevo León, explica que hay dos tipos: fisiológico y patológico. "Todos los niños al nacer tienen reflujo, pero éste se divide en dos tipos: el fisiológico, al que le llamamos 'del vomitón feliz', que es normal y se debe a una inmadurez del esfínter esofágico inferior (válvula que divide al esófago del estómago), que evita que el contenido estomacal se regrese. Esa válvula madura entre el cuarto y sexto mes de vida, y hay niños que les madura hasta el primer año de edad.

"El otro se manifiesta en el niño con alguno o todos los siguientes síntomas: vómito explosivo, irritabilidad, come con dolor, no sube de peso, tiene problemas respiratorios como pillidos o neumonía, problemas en la repetición, tose cuando duerme, arqueo, flemas, gripas, que se ahoga o se pone morado".

Con una o dos de esas características, explica Leal Quiroga, el niño ya puede ser considerado con reflujo patológico. Incluso se pueden presentar problemas respiratorios, sin vómito o náusea."Ahora hay que saber por qué se da este problema", menciona. "Hay varias causas, pero las comunes son la propia inmadurez del esfínter esofágico inferior o alergia a la proteína de la leche", indica.

De éstos últimos, añade, el 30 o 40 por ciento crean alergia a la leche de soya y, a su vez, de éstos, del 4 al 10 por ciento crean alergia a las fórmulas hidrolizadas de proteína, es decir, a leches como Nutramigen, Pepti-Junior y terminan en las fórmulas elementales, hechas a base de aminoácidos, como Neocate.

Otras causas pueden ser problemas renales o anatómicos. Anteriormente se desconocían las causas del llanto del niño o su costumbre de comer con dolor. Hoy se sabe que puede ser el reflujo y que éste puede ser tratado, comenta. "De no ser bien atendido el reflujo puede derivar en neumonía, laringitis, esofagitis. Incluso en niños mayores y dependiendo las causas, por ejemplo la presencia de la bacteria helicobacter pílori o algún problema de alergia gastrointestinal, puede dar un dolor torácico que puede alarmar por creerse que se trata del corazón", dice.

Existen pacientes en los que se demora el diagnóstico, por lo que en cuando exista la sospecha se debe canalizar a un gastroenterólogo pediatra.

"Recomiendo no dar ningún té o brebaje que no sea leche; no acostar al niño en portabebé o bounser, pues de acuerdo a la Academia Americana de Pediatría y a la Naspghan (The North American Society for Pediatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition) los niños con enfermedad por reflujo gastroesofágico tienen más eventos de este tipo porque incrementan la presión intraabdominal", apunta el médico.

Lo ideal, explica, debe ser en una cama con inclinación de 35 grados, de preferencia de lado.El uso del pacificador o chupón es fundamental, añade, ya que de acuerdo a estudios disminuye en un 80 por ciento el riesgo de muerte súbita. Leal Quiroga sugiere no utilizar tranquilizantes para mantener al niño callado, porque lo importante es resolver las causas del problema.

El exceso de movimiento de un recién nacido, dijo, no provoca enfermedad por reflujo.

Los exámenes que permiten una correcta valoración del tipo de reflujo son la pechimetría y la endoscopía que, aunque invasivos, son ideales para saber qué camino seguir."Cuando los pequeños no responden al tratamiento, se recurre a la cirugía de nissen, pero en esos pacientes tienes que ver el vaciamiento gástrico, porque si tú le cierras arriba y no se vacía adecuadamente habrá problemas", explica.

En el último de los casos, agrega, se recurre a la piloroplastía, que consiste en abrir el píloro para que se vacíe mejor el estómago. Esta intervención se hace a la par de la cirugía de nissen.

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Reportaje de Daniel de la Fuente publicado en Reforma