domingo, 30 de junio de 2013

LOS SUPOSITORIOS

     Para nosotros los pediatras, es muy común recibir alguna llamada de una madre angustiada porque su niño no quiere tomar la medicina y la vomita o porque no quiere cooperar para tomarla porque está dormido y cuesta mucho trabajo despertarlo. También es común la llamada de urgencia por la fiebre muy elevada de un bebé pequeño o de un niño, que en ocasiones le llega a provocar una convulsión febril. Estas son algunas de las situaciones en las que es muy útil administrar el medicamento en forma de supositorios por la vía rectal.

    
    Hay que recordar que existen varias vías de administración de los medicamentos, como los jarabes para tomar por vía oral, las cápsulas, tabletas o píldoras para deglutir o para poner debajo de la lengua, los medicamentos inyectables que se aplican directamente por vía intravenosa o que se inyectan por vía intramuscular, subcutánea o intradérmica, los que se aplican en forma de gotas por la nariz, por los ojos o por los oídos, las cremas o ungüentos y los parches transdérmicos que permiten el paso del medicamento a través de la piel o medicamentos para administrarse por vía inhalada con dispositivos especiales.

     Un supositorio es una forma farmacéutica sólida de administración rectal, que al fundirse a la temperatura del cuerpo libera el medicamento que contiene. La mayoría de los supositorios tienen forma de torpedo: en un extremo tienen punta o base más delgada y en el otro, su base es más ancha. También los hay de forma cilíndrica con un extremo de forma cónica o puntiaguda.

     Los supositorios están hechos para introducirlos en las cavidades, como el recto, la vagina o la uretra; sin embargo, muchas personas consideran que el término de supositorio es sólo para los que se aplican por vía rectal, y a los que se aplican por vía vaginal les denominan óvulos y a los que se administran por el orificio de la uretra los conocen como candelillas o bujías. En los niños únicamente se utilizan los supositorios por vía rectal. Nunca se deben utilizar por vía vaginal en las niñas.

     Los supositorios están elaborados con un excipiente, que es una sustancia inactiva que se usa como vehículo, en el que va el medicamento o principio activo. Pueden estar hechos a base de grasa vegetal sólida como la manteca de cacao, la glicerina o alguna otra.

     Cuando se introducen en el recto se derriten y empieza la liberación de la medicina o principio activo, el cual se absorbe por el recto y pasa al torrente sanguíneo, empezando su efecto según la sustancia que contenga.

     El principal uso de los supositorios en los niños es para aplicar medicamentos antitérmicos, para bajar la fiebre, o antieméticos, para controlar el vómito. También se utilizan los supositorios que contienen alguna sustancia que funcione como laxante en los casos de estreñimiento. Desgraciadamente, no hay todo tipo de medicamentos en forma de supositorios. Desde hace muchos años se dejaron de fabricar los antibióticos en esta forma, ya que muchos de ellos no se absorben de manera regular, por lo que no actúan contra una infección al no haber en la sangre niveles constantes del antibiótico.

     El uso de medicamentos en forma de supositorios es útil cuando el niño es incapaz de ingerir medicamentos por la vía oral, cuando son medicamentos que irritan la mucosa gástrica, cuando son medicamentos que no son absorbidos en el estómago por el efecto de los ácidos gástricos o cuando el medicamento tiene tan mal sabor que el niño no lo toma. El principal inconveniente de los medicamentos en forma de supositorios es que la absorción del medicamento podría ser incompleta o irregular, por lo que podría no alcanzarse un efecto terapéutico efectivo.

     Los supositorios hay que utilizarlos tal y como viene su presentación y no se recomienda cortarlos. Cuando se cortan a la mitad, la mayor parte del medicamento puede estar en una de las dos partes, generalmente en la punta, lo que puede ocasionar que el niño reciba una dosis mayor que la que se intenta administrar. Cuando hay necesidad de partirlos, se recomienda hacerlo de manera longitudinal, aunque a veces es muy difícil dejar dos mitades exactas, además de que al tratar de introducir una mitad tan delgada se puede desintegrar.

     La manera de administrar un supositorio sigue siendo controvertida. Aunque lo más lógico es introducir la parte puntiaguda del supositorio primero,  hay algunos estudios que recomiendan que hay que ponerlos al revés, esto es,
introduciendo la base del supositorio primero y dejando la punta atrás. De esta manera se garantiza que el supositorio se quede adentro y se aloje en el recto y el niño no lo expulse fácilmente.

     Investigadores egipcios estudiaron a cien pacientes, tanto adultos como niños, a los cuales se les insertó un supositorio, a unos por el extremo puntiagudo y a otros por su base. Encontraron que a los que se les introdujo por su base lo retuvieron en el 98% de los casos y no hubo necesidad de introducir el dedo en el canal anal para empujarlo y hubo una menor frecuencia de expulsión. Los autores concluyen que es mejor poner los supositorios introduciendo primero la base.


     Esto está confirmado en otro estudio de investigadores franceses que concluyen que introducir el supositorio por su base –o sea al revés– es mejor, sobretodo en niños que tienen tendencia a expulsarlos, aunque esta situación es contraria al sentido común de los padres.  Un estudio publicado en una revista especializada de enfermería cuestiona la validez de estos estudios y menciona que no hay nuevos estudios que hayan replicado estos resultados. Por otro lado la mayoría de los fabricantes de supositorios en el prospecto del medicamento continúan recomendando su aplicación  introduciendo primero  el extremo  puntiagudo.


Recomendaciones:
  • Antes de aplicar el supositorio trate de calmar a su hijo

  • Respete la privacidad de los niños pequeños y mayores, y aplique el supositorio en un sitio donde no esté presente el resto de la familia. Cubra el cuerpo con una sábana o toalla, dejando sólo expuesta la zona anal.

  • Explíquele al niño que no se tardará, que la medicina se debe aplicar de esa forma para que se alivie más rápido, y asegúrese de que entienda que no es un castigo.

  • Si el niño no se puede estar quieto, pídale a alguien que le ayude a sostenerlo para evitar lastimarlo.

  • Hay que lavarse las manos antes de aplicar un supositorio. Asegúrese de que sus uñas estén bien cortadas para no lastimar la zona anal del niño. De preferencia, use guantes desechables o cúbrase los dedos con una bolsa de plástico.

  • A los niños más grandes hágalos ir al baño a evacuar antes de aplicarles el supositorio.

  • Retire el empaque del supositorio. Si nota que está reblandecido, póngalo en agua fría o manténgalo por un tiempo en el refrigerador para permitir que se solidifique. Si lo tenía guardado en el refrigerador o nevera espere un poco para aplicarlo a temperatura ambiente.

  • Evite fraccionar un supositorio, y sólo si es muy necesario, pártalo a la mitad de manera longitudinal y no transversal.

  • Para facilitar la inserción del supositorio, aplique un poco de jalea lubricante que sea soluble en agua. Existen algunas especialmente para uso médico en el mercado. No utilice Vaseline, pomada a base de derivados del petróleo, ya que puede interferir con el funcionamiento de la medicina.

  • Ponga al bebé acostado boca abajo con sus rodillas dobladas o acostado boca abajo sobre sus piernas. También puede estar acostado de lado con sus piernas dobladas. Otra posición es acostado sobre su lado izquierdo y la pierna derecha flexionada por encima de la pierna izquierda hacia adelante. Con esta postura, el ano se expone más fácilmente y se favorece la relajación del esfínter externo o músculo del ano.

  • Ponga el supositorio en el ano y empújelo hasta que pase el músculo o esfínter y asegúrese de que el niño no lo regrese. Intente aplicarlo al revés, esto es, primero introduzca la base del supositorio, dejando la punta atrás. Con esta técnica hay menos probabilidad de que lo regrese.

  • Sostenga las nalguitas del niño y manténgalas cerradas por unos minutos para permitir que el supositorio se derrita y se absorba la medicina.

  • Trate de que el niño permanezca acostado boca arriba o de lado entre 10 y 15 minutos, que es el tiempo aproximado en el que se absorbe el medicamento.

  • Consienta a su hijo después de haber terminado el procedimiento y felicítelo por haber cooperado.

  • Los supositorios deben guardarse protegidos de la luz y en un sitio fresco. En zonas de mucho calor es conveniente mantenerlos en refrigeración, pero es importante leer las instrucciones del fabricante y verificar la fecha de caducidad.

© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi