viernes, 9 de agosto de 2013

INGESTIÓN ACCIDENTAL DE IMANES

     Como es sabido por todos, los niños pequeños siempre tienen la curiosidad de tomar todo tipo de objetos pequeños y llevárselos a la boca. Por esta razón, es frecuente la ingesta accidental de monedas, alfileres, huesos, botones, pasadores del pelo, baterías de reloj, partes de juguetes, etc. En los últimos años, se han popularizado los objetos decorativos que contienen imanes pequeños para poderlos adherir a otros objetos metálicos como la puerta del refrigerador o frigorífico.
También son comunes los juguetes con imanes en los que los niños pegan diversas piezas metálicas o partes plásticas con un pequeño imán adherido para formar figuras.   Esto ha hecho que los niños tengan facilidad de acceso a ellos, muchas veces los desprendan del objeto y se los traguen. Los niños más grandes los utilizan para imitar los piercings o perforaciones. Es por esta razón que queremos advertir de los riesgos que existen cuando un niño se traga uno o varios imanes.


     Este tipo de accidente se presenta principalmente en niños de tres años o más y el promedio es de cinco años y medio.

     Los imanes actuales son mucho más potentes que los que existían hace algunos años, por lo que dos imanes pequeños tienen mayor fuerza de atracción que los más antiguos.

     Una manera sencilla que podría servir para saber si el objeto que se tragó el niño es magnético, es pasar sobre el abdomen del niño una brújula y si esta se mueve, refleja el magnetismo del objeto ingerido. Por supuesto, esta prueba hay que realizarla en un sitio libre de magnetismo o de aparatos que lo causan pudiendo interferir con la respuesta. Esta prueba no es muy exacta por lo que si sale negativa no se debe descartar que el objeto tragado sea un imán.

     Como sabemos, los imanes se atraen uno al otro, y si un niño se traga varios de manera separada, éstos, al intentar pegarse a través de las paredes del intestino, la atrapan ocasionando una perforación, sangrado intestinal o una infección severa que favorece la formación de abscesos. También podrían ocasionar que el intestino se tuerza –los médicos lo llamamos vólvulo– y causar una obstrucción intestinal. También pueden causar que el intestino se necrose, es decir se muera, al faltar la circulación sanguínea en donde están los imanes atrapando la pared. Varias de estas complicaciones están reportadas en un estudio publicado por investigadores del Hospital Infantil de Valencia, España. Se reportan trece casos estudiados durante diez años con las complicaciones ya mencionadas. Investigadores Chilenos reportan en un estudio tres casos ocasionados por un juego muy popular de imanes que contiene uno en la punta de cada vástago y que se han presentado en un lapso corto de tiempo. La Comisión de Seguridad de los Productos en los Estados Unidos reporta 33 casos de niños de entre 10 meses y 11 años, quienes, en la mayoría de los casos, sufrieron una perforación intestinal y tuvieron que ser hospitalizados entre 3 y 19 días. Esta Comisión retiró del mercado aproximadamente 18 millones de productos que contenían imanes que se podrían desprender fácilmente y causar el accidente en los niños. Un estudio más reciente confirma que han aumentado 5 veces los ingresos a emergencias de niños con accidentes relacionados con imanes entre el año 2002 y 2011. 

     Cuando se sospecha que un niño ingirió varios imanes, deben practicarse, de urgencia, estudios radiográficos. Al evaluar las radiografías, el radiólogo tienen que ser muy cuidadoso ya que, en ocasiones, la imagen de dos imanes pegados que atrapan el intestino aparece como si fuera sólo uno. Si se confirma, el paciente debe ser intervenido quirúrgicamente de urgencia para extraerlos y evitar una perforación intestinal y la formación de un absceso. Cuando hay la certeza de que sólo es uno, podría mantenerse en vigilancia el paciente para verificar que lo expulse de manera espontánea con el excremento. Cuando se sospecha que el imán se pasó a las vías respiratorias, entonces debe ser extraído por el experto por medio del estudio llamado broncoscopía como cualquier otro objeto.

Recomendaciones:

  • Si sospecha que su hijo se tragó un imán, de inmediato busque atención médica de urgencia. Repórtele al médico si sospecha que se trata de uno o varios imanes.
  • Vigile si se presenta vómito, dolor abdominal, nausea o diarrea.
  • Hay que tener en cuenta que en una radiografía puede aparecer como un sólo objeto; sin embargo, podrían ser varios imanes que atraparon la pared intestinal al atraerse unos con otros.
  • Mantenga fuera del alcance de los niños los imanes pequeños y los juguetes u objetos que tengan algún imán que el niño podría desprender y tragar.
  • Si se le pierde un imán a un juguete u objeto decorativo, búsquelo de inmediato. Inspeccione la zona donde juega su hijo y verifique de manera regular sus juguetes para buscar partes perdidas, en especial si éstos contienen imanes.
  • Cuando le compre un juguete a su hijo, verifique que sea apropiado para su edad y que no contenga partes pequeñas, en especial, imanes que se puedan desprender y tragárselos. Los juegos con piezas de imanes no son para menores de 6 años.
  • Los padres deben vigilar que sus hijos no se lleven objetos a la boca y, en especial, tener mucho cuidado con los imanes.

Lea también:



© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi    

jueves, 8 de agosto de 2013

¿CUANTA ACTIVIDAD FÍSICA DEBEN HACER LOS NIÑOS AL DÍA?

     De acuerdo a un estudio publicado recientemente, los niños pueden necesitar más de una hora al día de actividad física, en especial los varones, para protegerse contra las enfermedades cardiovasculares (ECV) en el futuro.
     De hecho, parece que los niños hasta la edad de 6 años necesitan, por lo menos,
70 minutos por día y los que tienen entre 6 y 10 años necesitan alrededor de 85 minutos diarios. La mayoría de las niñas pueden practicar solamente 60 minutos de ejercicio al día sin aumentar su perfil de riesgo de enfermedades cardiovasculares, El ejercicio debe ser vigoroso en por lo menos 20 minutos del total, tanto para los niños como las niñas.

     Las pautas de ejercicio actuales se basan en lo que necesitan los niños de mayores de 10 años. Este es el primer estudio que examina los requerimientos diarios de ejercicio para los niños y niñas más pequeños.

     La información proviene del proyecto patrocinado por la Comisión Europea denominado IDEFICS (Identificación y prevención de los efectos sobre la salud del  estilo de vida y dieta en niños y bebés). El proyecto fue creado para hacer frente a la epidemia de obesidad y mala salud en los jóvenes y consta de 23 centros de investigación en todos los países de Europa.

     Los investigadores estudiaron datos de más de 16,000 niños de entre 2 y 9 años de edad y buscaron su riesgo de futuras enfermedades cardiovasculares mediante la revisión de los factores de riesgo de ECV en grupos.

     En resumen, para prevenir enfermedades cardiovasculares en la edad adulta las niñas de 6 a 9 años necesitan 60 minutos de actividad física de intensidad moderada al día, pero 20 de estos 60 minutos deben ser de actividad física vigorosa. Los niños de 9 a 6 años deben practicar 85 minutos de actividad moderada a vigorosa y también durante 20 de estos minutos debe ser vigorosa. 


Con información:   BMC Medicine  y Contemporary Pediatrics

sábado, 6 de julio de 2013

ACCIDENTES EN LAS ESCALERAS ELÉCTRICAS


   Toda una atracción les resulta a los niños acompañar a su mamá de compras a las tiendas departamentales y supermercados. Les llama mucho la atención todo tipo de mercancía, correr por los pasillos, meterse entre los mostradores y 
hasta jugar a las escondidas, lo cual casi les provoca infarto a sus madres. También les atraen todo tipo de aparatos eléctricos y aparadores luminosos, pero lo que más les gusta es jugar en las escaleras eléctricas.

    En éstas les encanta correr subiendo y bajando en el sentido contrario al movimiento;  si éstas bajan,  ellos quieren bajarlas más rápido; frecuentemente van arrastrando su mano en la pared lateral de la misma, sacan la cabeza por el barandal y también les gusta sentarse en ellas.

     Sin embargo, en las escaleras eléctricas se accidentan gran número de niños. En un estudio publicado en la revista  Pediatrics , se reportan 26 casos de niños que se presentaron en Urgencias de un hospital en Nueva York; el 50% de los casos tenía entre 2 y 4 años de edad,
57% fueron niños, el 69% estaba acompañado por un adulto, el 50% no se estaba sosteniendo del barandal en el momento del accidente, el 31% estaba, o jugando o sentado o caminando en la escalera al momento del accidente, el 23% se lesionó al salir de la escalera.

     Las lesiones fueron causadas por golpes provocados por la caída, por el atrapamiento de una extremidad por los escalones en movimiento después de la caída o por el atrapamiento de una extremidad sin relación a la caída. El atrapamiento ocurrió tanto entre dos escalones como entre los escalones y el riel lateral. En el 65% de los accidentados se afectó la extremidad inferior y en 31 %, la extremidad superior. Las lesiones fueron variadas e incluyeron heridas, lesiones de los tendones, laceración de los nervios, fracturas de los dedos y amputaciones. El 50% de los casos se tuvo que hospitalizar para tratamiento operatorio (quirúrgico). El 15% de los accidentados quedó con pérdida significativa de la función del órgano afectado y el 46% quedó con deformidades cosméticas permanentes. 

     En otro estudio llevado a cabo en Ginebra, Suiza, los niños de 3 años fueron los más afectados y las lesiones en las manos fueron las más comunes.

     En los últimos años se han reportado varios accidentes en niños que suben las escaleras eléctricas utilizando los populares zuecos de hule Crocs o sus imitaciones.  


  Un estudio publicado en una revista especializada en ortopedia pediátrica reporta en un periodo de 2 años 17 accidentes en una escalera eléctrica y 13 de los accidentados usaban zuecos de hule durante el accidente. Los autores concluyen que este tipo de accidentes pueden ocasionar daños importantes como amputación de dedos y machacamiento de los huesos.
 Atribuyen la frecuencia de este tipo de accidente a el amplio diseño de punta del zapato que puede dar una falsa percepción de la distancia entre los pies y el costado de la escalera mecánica, mientras que la "suavidad" de estos zuecos de goma  los hace vulnerables a aplastarse al estar los escalones de la escalera en movimiento.

     Como verán, es importante tener presente que los niños pueden sufrir un accidente en las escaleras eléctricas y es deber de los padres evitar este tipo de percances siguiendo las siguientes recomendaciones:

  • El niño debe estar de pie mirando al frente, sostenido del barandal de hule que se mueve simultáneamente con los escalones y llevado de la otra mano por un adulto. 
  •  No se le debe permitir jugar ni sentarse en las escaleras, hay que estar pendiente al llegar al final para indicarle dar el paso hacia la plataforma del piso al que se llega.
  •  No suba a su hijo en la escalera eléctrica usando zuecos de hule.
  •  Nunca dejar a los niños pequeños viajar solos.
  • Si lleva a un bebé en cochecito, mejor use el elevador o sáquelo y llévelo cargado.

domingo, 30 de junio de 2013

LOS SUPOSITORIOS

     Para nosotros los pediatras, es muy común recibir alguna llamada de una madre angustiada porque su niño no quiere tomar la medicina y la vomita o porque no quiere cooperar para tomarla porque está dormido y cuesta mucho trabajo despertarlo. También es común la llamada de urgencia por la fiebre muy elevada de un bebé pequeño o de un niño, que en ocasiones le llega a provocar una convulsión febril. Estas son algunas de las situaciones en las que es muy útil administrar el medicamento en forma de supositorios por la vía rectal.

    
    Hay que recordar que existen varias vías de administración de los medicamentos, como los jarabes para tomar por vía oral, las cápsulas, tabletas o píldoras para deglutir o para poner debajo de la lengua, los medicamentos inyectables que se aplican directamente por vía intravenosa o que se inyectan por vía intramuscular, subcutánea o intradérmica, los que se aplican en forma de gotas por la nariz, por los ojos o por los oídos, las cremas o ungüentos y los parches transdérmicos que permiten el paso del medicamento a través de la piel o medicamentos para administrarse por vía inhalada con dispositivos especiales.

     Un supositorio es una forma farmacéutica sólida de administración rectal, que al fundirse a la temperatura del cuerpo libera el medicamento que contiene. La mayoría de los supositorios tienen forma de torpedo: en un extremo tienen punta o base más delgada y en el otro, su base es más ancha. También los hay de forma cilíndrica con un extremo de forma cónica o puntiaguda.

     Los supositorios están hechos para introducirlos en las cavidades, como el recto, la vagina o la uretra; sin embargo, muchas personas consideran que el término de supositorio es sólo para los que se aplican por vía rectal, y a los que se aplican por vía vaginal les denominan óvulos y a los que se administran por el orificio de la uretra los conocen como candelillas o bujías. En los niños únicamente se utilizan los supositorios por vía rectal. Nunca se deben utilizar por vía vaginal en las niñas.

     Los supositorios están elaborados con un excipiente, que es una sustancia inactiva que se usa como vehículo, en el que va el medicamento o principio activo. Pueden estar hechos a base de grasa vegetal sólida como la manteca de cacao, la glicerina o alguna otra.

     Cuando se introducen en el recto se derriten y empieza la liberación de la medicina o principio activo, el cual se absorbe por el recto y pasa al torrente sanguíneo, empezando su efecto según la sustancia que contenga.

     El principal uso de los supositorios en los niños es para aplicar medicamentos antitérmicos, para bajar la fiebre, o antieméticos, para controlar el vómito. También se utilizan los supositorios que contienen alguna sustancia que funcione como laxante en los casos de estreñimiento. Desgraciadamente, no hay todo tipo de medicamentos en forma de supositorios. Desde hace muchos años se dejaron de fabricar los antibióticos en esta forma, ya que muchos de ellos no se absorben de manera regular, por lo que no actúan contra una infección al no haber en la sangre niveles constantes del antibiótico.

     El uso de medicamentos en forma de supositorios es útil cuando el niño es incapaz de ingerir medicamentos por la vía oral, cuando son medicamentos que irritan la mucosa gástrica, cuando son medicamentos que no son absorbidos en el estómago por el efecto de los ácidos gástricos o cuando el medicamento tiene tan mal sabor que el niño no lo toma. El principal inconveniente de los medicamentos en forma de supositorios es que la absorción del medicamento podría ser incompleta o irregular, por lo que podría no alcanzarse un efecto terapéutico efectivo.

     Los supositorios hay que utilizarlos tal y como viene su presentación y no se recomienda cortarlos. Cuando se cortan a la mitad, la mayor parte del medicamento puede estar en una de las dos partes, generalmente en la punta, lo que puede ocasionar que el niño reciba una dosis mayor que la que se intenta administrar. Cuando hay necesidad de partirlos, se recomienda hacerlo de manera longitudinal, aunque a veces es muy difícil dejar dos mitades exactas, además de que al tratar de introducir una mitad tan delgada se puede desintegrar.

     La manera de administrar un supositorio sigue siendo controvertida. Aunque lo más lógico es introducir la parte puntiaguda del supositorio primero,  hay algunos estudios que recomiendan que hay que ponerlos al revés, esto es,
introduciendo la base del supositorio primero y dejando la punta atrás. De esta manera se garantiza que el supositorio se quede adentro y se aloje en el recto y el niño no lo expulse fácilmente.

     Investigadores egipcios estudiaron a cien pacientes, tanto adultos como niños, a los cuales se les insertó un supositorio, a unos por el extremo puntiagudo y a otros por su base. Encontraron que a los que se les introdujo por su base lo retuvieron en el 98% de los casos y no hubo necesidad de introducir el dedo en el canal anal para empujarlo y hubo una menor frecuencia de expulsión. Los autores concluyen que es mejor poner los supositorios introduciendo primero la base.


     Esto está confirmado en otro estudio de investigadores franceses que concluyen que introducir el supositorio por su base –o sea al revés– es mejor, sobretodo en niños que tienen tendencia a expulsarlos, aunque esta situación es contraria al sentido común de los padres.  Un estudio publicado en una revista especializada de enfermería cuestiona la validez de estos estudios y menciona que no hay nuevos estudios que hayan replicado estos resultados. Por otro lado la mayoría de los fabricantes de supositorios en el prospecto del medicamento continúan recomendando su aplicación  introduciendo primero  el extremo  puntiagudo.


Recomendaciones:
  • Antes de aplicar el supositorio trate de calmar a su hijo

  • Respete la privacidad de los niños pequeños y mayores, y aplique el supositorio en un sitio donde no esté presente el resto de la familia. Cubra el cuerpo con una sábana o toalla, dejando sólo expuesta la zona anal.

  • Explíquele al niño que no se tardará, que la medicina se debe aplicar de esa forma para que se alivie más rápido, y asegúrese de que entienda que no es un castigo.

  • Si el niño no se puede estar quieto, pídale a alguien que le ayude a sostenerlo para evitar lastimarlo.

  • Hay que lavarse las manos antes de aplicar un supositorio. Asegúrese de que sus uñas estén bien cortadas para no lastimar la zona anal del niño. De preferencia, use guantes desechables o cúbrase los dedos con una bolsa de plástico.

  • A los niños más grandes hágalos ir al baño a evacuar antes de aplicarles el supositorio.

  • Retire el empaque del supositorio. Si nota que está reblandecido, póngalo en agua fría o manténgalo por un tiempo en el refrigerador para permitir que se solidifique. Si lo tenía guardado en el refrigerador o nevera espere un poco para aplicarlo a temperatura ambiente.

  • Evite fraccionar un supositorio, y sólo si es muy necesario, pártalo a la mitad de manera longitudinal y no transversal.

  • Para facilitar la inserción del supositorio, aplique un poco de jalea lubricante que sea soluble en agua. Existen algunas especialmente para uso médico en el mercado. No utilice Vaseline, pomada a base de derivados del petróleo, ya que puede interferir con el funcionamiento de la medicina.

  • Ponga al bebé acostado boca abajo con sus rodillas dobladas o acostado boca abajo sobre sus piernas. También puede estar acostado de lado con sus piernas dobladas. Otra posición es acostado sobre su lado izquierdo y la pierna derecha flexionada por encima de la pierna izquierda hacia adelante. Con esta postura, el ano se expone más fácilmente y se favorece la relajación del esfínter externo o músculo del ano.

  • Ponga el supositorio en el ano y empújelo hasta que pase el músculo o esfínter y asegúrese de que el niño no lo regrese. Intente aplicarlo al revés, esto es, primero introduzca la base del supositorio, dejando la punta atrás. Con esta técnica hay menos probabilidad de que lo regrese.

  • Sostenga las nalguitas del niño y manténgalas cerradas por unos minutos para permitir que el supositorio se derrita y se absorba la medicina.

  • Trate de que el niño permanezca acostado boca arriba o de lado entre 10 y 15 minutos, que es el tiempo aproximado en el que se absorbe el medicamento.

  • Consienta a su hijo después de haber terminado el procedimiento y felicítelo por haber cooperado.

  • Los supositorios deben guardarse protegidos de la luz y en un sitio fresco. En zonas de mucho calor es conveniente mantenerlos en refrigeración, pero es importante leer las instrucciones del fabricante y verificar la fecha de caducidad.

© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi    


sábado, 19 de enero de 2013

MOLUSCO CONTAGIOSO



El molusco contagioso, también conocido con el nombre de molusco sebáceo de hebra, es una enfermedad de la piel, de naturaleza benigna que puede afectar a los niños pequeños, lactantes, preescolares y adolescentes, y es relativamente frecuente. Por lo general, no da síntomas ni los ocasiona en otras partes del cuerpo que no sea la piel. El nombre se origina por el aspecto que muestra el contenido de las lesiones al exprimirlas y a su fácil transmisibilidad.
     Desde 1841, Paterson demostró su naturaleza infecciosa. Actualmente, se sabe que es causado por un virus poxvirus que pertenece al grupo de Molluscipoxvirus.
     El molusco contagioso se presenta a cualquier edad, pero es mas común entre los 3 y los 16 años. La enfermedad se contagia por contacto directo o a través de objetos como pueden ser las toallas, o por compartir ropa contaminada, o por contacto sexual, especialmente en los adolescentes. Recientemente, se ha detectado la mayor frecuencia entre los niños que nadan en la misma alberca y donde posiblemente la transmisión sea por el contacto entre unos y otros, siendo también posible que el virus permanezca vivo en el agua y se adquiera directamente. Además, el mismo paciente puede autoinocularse al rascarse las lesiones. La contagiosidad es baja, pero se ha descrito que hay brotes en estancias infantiles o guarderías. Se desconoce hasta la fecha el periodo de contagiosidad pero se piensa que la enfermedad es contagiosa, mientras existan lesiones activas. El periodo de incubación, es decir, el periodo que pasa desde que un niño sano entra en contacto con un enfermo y el día que inicia la enfermedad, es de 2 a 7 semanas pero puede ser hasta de 6 meses.
     La lesión característica de esta enfermedad es una pápula (granito) que tiene una forma más o menos esférica, las lesiones más antiguas están umbilicadas en el centro –tienen un pequeño orificio--, son del color de la piel, su tamaño varía con la edad de cada lesión, desde forma de punto –o puntiforme-- de 1 mm hasta 4 ó 5 mm, que es lo más usual (ver fotos).En pocos casos las lesiones pueden alcanzar un mayor tamaño, hasta de poco más de un centímetro. A primera vista, parecen pequeñas ampollas o vesículas llenas de líquido, pero al palparlas e inspeccionarlas en forma cuidadosa se confirma su naturaleza sólida. El número de lesiones varía, desde una sola lesión hasta varias docenas, o aún, cientos de lesiones, sobretodo en los pacientes que tienen alteraciones en su sistema de defensas o sistema inmunológico, como por ejemplo, en los que tienen síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH).  Las lesiones pueden estar localizadas en cualquier parte del cuerpo, pero lo usual es que las lesiones predominen en una parte solamente. En los niños pequeños, predominan en la cara, en el tronco y en las extremidades; y en los adolescentes, en la cara interna de las piernas, en los genitales y en la zona del pubis. No se afectan las palmas de las manos ni las plantas de los pies. La mayoría de las lesiones no causan ninguna molestia, aunque en algunas, cuando están en vías de resolución, pueden apreciarse signos de inflamación. Las lesiones pueden durar desde algunas semanas hasta uno o dos años. Muchas de las lesiones se infectan debido al rascado. Algunas lesiones, al ser eliminadas, dejan un pequeño agujero que tiende a cerrarse sin dejar cicatriz, aunque algunas pueden dejar una cicatriz pequeña en forma punteada. Existen reportes de molusco contagioso generalizado en pacientes con VIH. En los adolescentes con lesiones en genitales es importante descartar otras enfermedades de transmisión sexual. 
     Es frecuente el contagio entre los hermanos o contactos que conviven en la misma casa, por lo que se recomienda revisarlos.
     El diagnóstico prácticamente se establece por la forma, localización y características de las lesiones, esto es, por las manifestaciones clínicas, aunque unas pocas veces es necesario realizar otros estudios, como visualizar al microscopio el contenido de las lesiones o realizar una biopsia de una lesión. Ante un niño que presenta múltiples lesiones (pápulas) del color de la piel que no causan otro síntoma, se deben analizar con una lente de aumento para buscar si están umbilicadas, lo que establece el diagnóstico clínico. 
     Otras enfermedades que se pueden confundir con el molusco contagioso son la trombidiasis -- causada por la reacción a un parásito del género trombiculidae frecuente en las aves de corral y que también ocasiona unas ronchitas o granitos umbilicados al centro--, el prúrigo por insectos,  los nevos benignos, los granulomas juveniles, las verrugas vulgares o mezquinos y otras.
     La enfermedad es autolimitada, esto es, que sin recibir ningún tratamiento se puede curar sola, aunque las lesiones podrían tardar entre 6 meses y dos años en sanar, pero la desaparición completa podría tardar 4 años. El tratamiento de las lesiones no genitales se da principalmente por motivos estéticos, aunque en adolescentes o adultos jóvenes con lesiones en genitales el tratamiento es para prevenir la propagación a los contactos. También con el tratamiento se evita la autoinoculación, se limita la transmisión del virus a los contactos cercanos y se previene una infección secundaria ocasionada por el rascado de las lesiones.
     El tratamiento consiste en la destrucción de cada lesión, minimizando el trauma de la piel circundante. Se han propuesto varios tipos de tratamientos.
     El más simple es el llamado curetaje o extracción de cada lesión, que se realiza con una cucharilla especial o con una aguja aplicando previamente una solución antiséptica. Rara vez se requiere anestesia local para realizar este proceso. También se ha utilizado la crioterapia, en la que las lesiones se tratan con nitrógeno líquido. Este tratamiento necesita ser repetido cada 2 a 4 semanas y existe la posibilidad de que se formen ampollas y dejen cicatriz. Este tratamiento es mejor en los niños mayores y cuando existen pocas lesiones de tamaño más grande. También se ha utilizado la aplicación de sustancias cáusticas en cada lesión, como la podofilina, el hidróxido de potasio (KOH), ácido tricloroacético al 25%, ácido salicílico al 15 % y la cantaridina. Esta última ha demostrado ser eficaz en el 90% de 300 niños tratados que mejoraron después de sólo dos tratamientos. No se reportaron complicaciones.  Sin embargo algunas  sustancias cáusticas podrían causar quemaduras por lo que se debe proteger la piel sana alrededor de la lesión.
     Se ha usado un medicamento, el imiquimod, que favorece la liberación de ciertas sustancias que funcionan como antiviral . Se aplica en cada lesión por las noches, 3 veces por semana, y se lava la piel por la mañana; la duración del tratamiento es de 4 a 12 semanas. Los efectos secundarios son leves, puede ocasionar discreto dolor y sensación de quemadura durante su aplicación. Tiene la ventaja de que el medicamento puede ser aplicado al niño por los padres en su casa, aunque a veces se combina con la aplicación de cantaridina en el consultorio.
     La tretinoína  aplicada de manera local en las lesiones también ha demostrado ser eficaz.
     En Australia han probado el aceite de una variedad de limón (Backhousia citriodora) obteniendo una reducción de 90 % en el número de lesiones después de 21 días de tratamiento y sin reportar efectos secundarios al tratamiento. Se ha utilizado la cimetidina por vía oral aunque se reportan otros estudios en los que no han demostrado un beneficio.  No existen medicamentos antivirales ni vacunas que sirvan para tratar esta enfermedad. 
     En los pacientes con inmunosupresión  el cidofovir en aplicación tópica ha resultado eficaz. 
     El láser pulsado de color es una terapia nueva, que aunque es de los tratamientos que pueden resolver la enfermedad más rápidamente, tiene el inconveniente de su alto costo, de que se necesita equipo especializado y de que puede dejar como consecuencia una pigmentación de la piel en el sitio de la aplicación, pero que puede ser transitoria. En general, es bien tolerado, no causa dolor y existe poca posibilidad de que deje una cicatriz.
     Son frecuentes las recurrencias en el caso de esta enfermedad, ya que las lesiones iniciales a veces son muy pequeñas y difíciles de detectar, por lo que es importante extraer o tratar todas las lesiones.
     Dado que los moluscos están en la epidermis, la capa más superficial de la piel, hay que tener cuidado de no sobretratarlos, ya que pueden dejar una cicatriz permanente. Se puede decir que un paciente está curado cuando tiene ya cuatro meses sin presentar lesiones.
Los moluscos contagiosos no deben impedir que un niño vaya a la guardería, a la escuela, o nade en albercas públicas. Cuando sea posible las lesiones que no están cubiertas con ropa hay que cubrirlas con un vendaje impermeable en especial al participar en deportes o al nadar y cambiarlo a diario o cuando se ensucie.

Recomendado:


Imágenes de molusco contagioso


Molusco Contagioso

Molluscum Contagiosum in Children

Patient information: Molluscum contagiosum (Beyond the Basics)



© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi