Los niños pequeños que no pueden parar de comer dulces, o sea, los que tienen más dificultad en aplazar la gratificación, parecen más propensos a tener sobrepeso cuando crecen.
Lo mismo parece ser verdad en los niños pequeños que no pueden prescindir de los juguetes atractivos.
No está claro si estos hallazgos, provenientes de dos estudios que aparecen en la edición de abril de la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, representan un efecto de "naturaleza" o "crianza", pero podrían de cualquier manera resultar en cambios conductuales positivos para ayudar a controlar la epidemia actual de obesidad, dijeron los expertos.
"Hay tan pocos estudios que dan seguimiento al desarrollo de la obesidad con el tiempo, así que el hecho de que pudiéramos capturar algo precoz en el desarrollo de la obesidad y seguirlo en el tiempo hasta la niñez media es poco común", afirmó Meg H. Zeller, profesora asistente de pediatría del Hospital Infantil de Cincinnati.
"El hecho de que se trata de algo conductual es uno de los mejores puntos, porque es algo con lo que se puede trabajar. Se ha identificado algo que es modificable", añadió Zeller, que no participó en los estudios.
Estudios anteriores han relacionado los problemas de peso en la adultez, y los problemas que conllevan como enfermedad cardiaca y diabetes, con problemas de peso anteriormente en la vida, aunque pocos han observado una posible asociación con la capacidad de aplazar la gratificación.
Para el nuevo estudio, se colocó a 805 niños de cuatro años de edad en una habitación con un plato grande y uno pequeño de caramelos, galletas de animales o galletas saladas. Se les dijo que podían comer del plato grande si esperaban a que volviera un adulto. Si no podían esperar, podían tocar un timbre para llamar a un adulto.
El 47 por ciento de los participantes "fracasaron" en la prueba porque tocaron el timbre o simplemente tomaron lo que querían.
Los que fracasaron tenían 29 por ciento más probabilidades de tener sobrepeso siete años después, a los once años de edad. También eran más propensos a tener madres que tenían sobrepeso, lo que podría reflejar factores tanto genéticos como ambientales, aclararon los autores. El segundo estudio encontró resultados similares en una muestra de 1,061 niños de tres años de edad, tanto con juguetes como dos años más tarde, a los cinco, con comida.
Al igual que en el primer estudio, se pidió a los niños que se sentaran solos en una habitación con un juguete durante 150 segundos. Si esperaban al menos 75 segundos para usar el juguete, habían "pasado la prueba". A los cinco años de edad, participaron en una prueba similar, con comida.
Los que no pudieron esperar en ambas ocasiones tenían un índice de masa corporal (IMC, una proporción entre el peso y la estatura) más alto a los doce años de edad, y aumentaron de peso más rápidamente.
Pero no está claro si la respuesta de aplazamiento de la gratificación en realidad causaba los problemas con el peso. Tampoco está claro si se trata de un problema de naturaleza o de crianza.
"No sabemos si es la crianza o algo innato del niño", apuntó la Dra. Julie C. Lumeng, autora principal del estudio de la comida y profesora asistente de pediatría de la Facultad de medicina de la Universidad de Michigan.
Añadió que es posible que muchos niños, igual que muchos adultos, usen la comida para regular el estado de ánimo.
A pesar de las preguntas sin responder, los hallazgos podrían tener algún impacto inmediato. "Si su hijo tiene dificultades para aplazar la gratificación, podría ayudarle a aprender tales habilidades", señaló Lumeng, científica asistente de investigación del Centro de crecimiento y desarrollo humanos de la universidad.
Una estrategia sería colocar la comida en la despensa, "ya que si no la ven no pensarán en ella". O distraer al niño que pide comida constantemente, o incluso eliminar la comida basura por completo de la casa.
Estructurar un horario de refrigerios y comidas también podría ayudar, aseguró Lumeng.
"Esto realmente da algo para desarrollar una intervención a las personas que están estudiando la prevención de la obesidad, algo tan crítico en este momento", añadió Zeller. "Los pediatras pueden hacerlo, y los padres comprenden la idea de la gratificación aplazada. Vivimos en un ambiente en que la gratificación es tan inmediata".