sábado, 25 de abril de 2009

LAS GOLOSINAS: MUCHAS CALORIAS, CERO NUTRIENTES.

Las golosinas suelen formar parte de la alimentación diaria de muchas personas, especialmente en el caso de los niños. Si bien su consumo no está prohibido, sí debería moderarse debido a que constituyen un alimento que brinda un alto aporte calórico, pero su densidad de nutrientes es baja.

Atractivas no sólo por su gusto, sabor, y variedad, sino también por sus envoltorios, las golosinas están más difundidas en la alimentación habitual de lo que es realmente recomendable.

Uno de los mensajes elaborados por la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas y que forma parte de las Guías de la Alimentación saludable para la población argentina dice: “Para vivir con salud es bueno disminuir el consumo de azúcar”.

Por lo tanto, es recomendable comer menos golosinas y dulces, para evitar los problemas de sobrepeso y obesidad, tan comunes en estos tiempos. Además, se reduce la probabilidad de desarrollar caries dentales.

El consumo de golosinas en exceso no sólo no es recomendable por la alta cantidad de azúcares y grasas de mala calidad que poseen, sino también debido a que reemplazan el consumo de otros alimentos con mayor densidad nutricional, como son las frutas y las hortalizas, entre otros.

Por esto, se recomienda a las personas sanas, que las golosinas sean consumidas en pequeñas cantidades, como “complemento” del resto de los alimentos básicos.

Para comer entre horas, en vez de optar por golosinas y dulces, se pueden consumir frutas frescas, que constituyen una excelente y saludable elección. También puede optarse por frutas secas como nueces, almendras, avellanas, maníes y otras), o desecadas (orejones y pasas), ya que no poseen tanta azúcar y las grasas que contienen son de buena calidad.

Otro consejo a tener en cuenta es no utilizar las golosinas como premio o castigo de actitudes de los niños. Es muy común que las madres, abuelas o aquellos mayores que tengan menores bajo su cuidado recurran a las golosinas para premiar a los niños ante una buena conducta o, por el contrario, prohíban su consumo cuando el niño no se ha portado bien.

Este perjudicial hábito, no sólo le da más protagonismo a las golosinas del que realmente tendrían que tener en la alimentación habitual, sino que genera en los niños una conducta condicionada por un alimento. El día de mañana, cuando este niño sea un adulto, ante una situación difícil, es muy probable que necesite recurrir a algún alimento para calmar su angustia, ansiedad o depresión. Si ese alimento es una golosina, se facilita, de esta forma, la excesiva ganancia de peso que lleva al sobrepeso y a la obesidad

Publicado en Aprende a Comer