La Secretaría de Salud (Ssa) pondrá fin durante el siguiente ciclo escolar a la falta de regulación en los alimentos que se venden a los niños a la hora del recreo y prohibirá bebidas endulzadas y alimentos con alto contenido de grasa.
Además promoverá cambios en las etiquetas de los alimentos para que informen claramente si son o no saludables, y buscará que se establezcan impuestos especiales a los alimentos que adicionen endulzantes para que los precios fomenten una alimentación más sana.
Sin embargo, Mauricio Hernández Ávila, subsecretario de Prevención y Promoción para la Salud, reconoció que estas dos últimas estrategias podrían demorarse por la oposición de la industria de alimentos e incluso por la Secretaría de Economía, que teme desincentivar el comercio.
La dependencia contempla además otras medidas para frenar la epidemia de obesidad que tiene a uno de cada tres niños en peligro de sufrir enfermedades crónicas cuando sean adultos y colapsar las finanzas del sector salud.
En breve firmará un convenio con la red de abasto popular Diconsa para que deje de vender más productos que fomentan la obesidad e incluyan productos bajos en grasa y azúcar. Además está en marcha la estrategia para sustituir la comida chatarra que contienen los desayunos que entrega el DIF por frutas y verduras crudas o secas.
El primer paso en la lucha contra la obesidad infantil se dará a través de un acuerdo con la SEP. En junio un comité de expertos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) entregará una guía que contendrá recomendaciones sobre los productos que deben salir de las escuelas.
Juan Rivera, director de Investigación del INSP, explicó la tendencia mundial para atacar el problema ha sido establecer límites a la energía o calorías disponibles en los alimentos que se consumen en las escuelas en cuatro elementos: azúcar, grasas saturadas, ácidos grasos trans y sodio.
“Aún no hemos llegado a un consenso sobre las recomendaciones que haremos, en algunos países se han prohibido las máquinas expendedoras de dulces, botanas, refrescos y bebidas de jugos que tienen mucha azúcar, y no me extrañaría que se restringiera la venta de algunos alimentos y bebidas que sabemos que no son positivas”,
Mauricio Hernández confirmó que el objetivo es prohibir que se vendan alimentos no saludables. Los productos que se dejarían fuera de las aulas serían aquellos que en porciones muy pequeñas dan al cuerpo muchas calorías.
El funcionario está consciente de que la presión de los industriales será muy fuerte y difícil de sortear. “La industria de los alimentos nos va ir cerrando los espacios, porque además son un sector muy importante de la sociedad que genera empleos y ayuda a la economía”, advirtió. Hernández señala que evitarán confrontarse con los fabricantes de alimentos no sanos y buscarán negociar, pero sin perder de vista que el problema debe resolverse con urgencia.
“A mí los refresqueros, Pepsico en especial, me dicen, bueno qué hacemos; yo lo que digo es, busquen un acuerdo, sálganse de las escuelas primarias, es un mercado muy pequeño pero que le incrementa mucho el gasto calórico a los niños”, señaló.
El combate a la comida chatarra fue una de las primeras promesas del secretario José Ángel Córdova al iniciar su gestión, en diciembre de 2006; sin embargo, hasta ahora no se ha concretado ninguna medida contundente en su contra.
En lo que respecta al cambio de etiquetas, el subsecretario Hernández informó que ya están preparando estudios para conocer cuál sería la forma más sencilla de indicarle a los consumidores cuál es el valor nutricional de los alimentos y advertirle con claridad cuáles son los más dañinos.
Uno de los métodos más utilizados internacionalmente es un semáforo que indica con los colores rojo, amarillo y verde cuándo un alimento puede comerse sin problemas, cuándo con moderación y cuándo es mejor evitarlo.
“Ese etiquetado va a ser una negociación muy fuerte con la industria; yo no lo veo en el corto plazo, la industria se ha opuesto activamente porque no quieren que sus productos estén etiquetados con un foco rojo”, expuso.
La industria ha propuesto que únicamente se señale con un círculo verde a los alimentos que cumplen con los requerimientos para ser sanos, sin señalar a los que son dañinos.
El doctor Juan Rivera no descartó la posibilidad de que las empresas que tradicionalmente dirigen sus productos a la infancia se opongan a la adopción de las guías o pongan en duda su validez científica, como ya hicieron con la guía de bebidas que presentaron en febrero y que recomendaba limitar al máximo el consumo de refrescos y jugos.
“Con toda razón las empresas buscan su beneficio económico, pero la Secretaría de Salud no está para cuidar los intereses de las empresas sino para cuidar la salud de mexicanos y, por tanto, la Secretaría tiene la convicción de que hay que hacerlo, incluso a costa de afectar algunos intereses particulares”, señaló el experto.
El sociólogo Alejandro Calvillo, que dirige la organización civil El Poder del Consumidor, señaló que aunque en 15 estados del país se ha legislado para sacar la comida chatarra de las escuelas, no hay claridad sobre qué productos debe considerarse dentro de esa clasificación, por lo que una guía oficial sería de gran utilidad.
Reportaje de Lucía Irabién publicado en ExOnline