El mensaje de los pediatras es claro y contundente. A un niño o a un bebé que tiene una diarrea aguda hay que rehidratarle mediante una solución de rehidratación oral. Es lo que aconseja la OMS y todos los pediatras. Hay que reponer la pérdida de líquidos y electrolitos para que el niño no se deshidrate, porque puede entrañar un serio riesgo.
Cuando un niño se deshidrata no solamente pierde agua. El agua es un componente esencial en nuestro organismo, cuanto más joven se es, mayor es la proporción de agua en el organismo. La cantidad de agua en un feto es del 80% de su peso y en una persona de edad avanzada sobre el 60%.
La piel es un escaparate de la hidratación que tiene nuestro organismo.Los niños pequeños tienen una gran hidrolabilidad, es decir, son capaces de perder agua en cantidades importantes de forma desproporcional y llevarles a una situación de deshidratación. Cuando un niño se deshidrata no solamente pierde agua, sino que también pierde electrolitos.
Dependiendo en que proporción se pierda agua o electrolitos, hay tres tipos fundamentales de deshidratación:
Deshidratación hipotónica: se pierde más electrolitos que agua.
Deshidratación hipertónica: se pierde más agua que electrolitos.
Deshidratación isotónica: se pierde la misma cantidad de agua y electrolitos.
Las deshidratación puede ser además:
Muy grave: Por encima del 10% de la pérdida de peso.
Moderada: Entre el 5% y el 10% de pérdida de peso.
Leve: Por debajo del 5% de peso
Para cada deshidratación existe un tratamiento. “Las soluciones de rehidratación oral que existen en las farmacias es uno de los grandes avances que ha habido en la medicina”, comenta el Profesor Alfonso Delgado, Presidente de la Asociación Española de Pediatría.