sábado, 31 de enero de 2009

AUMENTAN LAS EVIDENCIAS QUE ASOCIAN EL AUTISMO CON LA PREMATURIDAD EXTREMA

-Los nacidos antes de tiempo tiene más riesgo de puntuar positivo en los test del trastorno -Expertos españoles apoyan el chequeo precoz en estos bebés durante el primer año

Se están convirtiendo en el pan nuestro de cada día. Los nacimientos prematuros se han duplicado en España en los últimos 10 años, como en el resto del planeta. Pese a que los avances tecnológicos y médicos han logrado disminuir tanto la mortalidad como las complicaciones que sufren estos pequeños, su seguimiento a lo largo de los años ha puesto de manifiesto una elevada prevalencia de secuelas cognitivas, neurosensoriales y motrices, así como de trastornos psicopatológicos debido a su inmadurez.

Ahora, nuevos datos indican que los bebés que tienen mucha prisa por nacer poseen, también, más riesgo de obtener un resultado positivo en el Cuestionario Modificado del Desarrollo Comunicativo y Social en la Infancia (M-CHAT, sus siglas en inglés). Se trata del método usado internacionalmente para detectar los Trastornos de Espectro Autista (TEA) en niños de 18 a 60 meses.

El cuestionario consta de 23 preguntas sobre comportamiento, subdivididas internamente en las categorías de normal o crítico. Aquellos infantes que se evalúan como positivos son más propensos a desarrollar estas patologías de la interacción social.

Caracterizadas por alteraciones en la socialización, en la comunicación verbal y no verbal y la presencia de patrones repetitivos y restrictivos, su prevalencia dentro de nuestras fronteras hace una década era de uno por cada 10.000 menores. Hoy es de uno de cada 5.000 menores.

La relación entre autismo y prematuridad ha sido ya apuntada en investigaciones previas. La nueva evidencia proviene de un trabajo realizado por Karl Kuban y su equipo, de la Universidad de Boston, en colaboración con científicos de la Universidad de Harvard (ambas en Estados Unidos) que ha salido a la luz en el último número de 'The Journal of Pediatrics'. Los autores analizaron a 988 niños que habían venido al mundo entre 2002 y 2004, participantes de la investigación de neonatos extremadamente prematuros conocida por sus siglas en inglés ELGAN. Este trabajo incluye a más de 1.500 neonatos que nacieron con menos de 28 semanas de gestación.

"Una de las poblaciones de las que más se habla actualmente al considerar un Trastorno del Espectro Autista son los bebés de menos de 28 semanas de edad gestacional y peso en torno a 500 gramos al nacer. Este grupo, por otra parte, es el modelo básico de patología neurológica con deficiencias múltiples", destaca a elmundo.es Juan José García Peñas, coordinador de la sección de Neurología Pediátrica del Hospital Universitario Niño Jesús de Madrid.

Cuándo realizar las pruebas

Son los padres o los cuidadores de los pequeños los que rellenaron varios tests de comportamiento y funcionalidad motora además del M-CHAT. "Normalmente, los pediatras suelen esperar hasta los tres años para explorar si el menor padece o no autismo pero en nuestro estudio llevamos a cabo el chequeo cuando los bebés tenían 24 meses", indican los investigadores que, además, evaluaron neurológicamente a los participantes.

Los datos revelan que un 21% de ellos dio positivo en el M-CHAT. "Cuando esta prueba se utiliza en las consultas de atención primaria, con niños no seleccionados como en este estudio, el porcentaje de resultados positivos es del 5%", aclaran los investigadores.

Los científicos trataron de averiguar también si los bebés prematuros con parálisis cerebral, daños visuales, auditivos o cognitivos tenían más riesgo de padecer TEA. Cerca de la mitad de los niños con parálisis cerebral y dos tercios de los que sufrían problemas auditivos y visuales obtuvieron un resultado positivo en el test. "Los prematuros tienen dos veces más riesgo de padecer autismo y ahora sabemos que el porcentaje se eleva al 10% si padecen alguno de los déficits expuestos anteriormente", comentan los autores.

Neil Marlow y Samantha Johnson (ambas de la Universidad de Londres) apuntan en un editorial que acompaña al trabajo la posibilidad de que "el chequeo es útil para hacer un seguimiento de los bebés hasta que maduren y sea posible determinar si los que inicialmente dieron positivo han desarrollado la patología... Se necesitan más estudios antes de concluir que vamos en la dirección correcta en la asociación de prematuridad y autismo".

"Es importante que si aplicamos escalas de valoración de TEA (como M-CHAT o similares) en estos niños seamos muy prudentes a la hora de considerar un autismo en ellos, dado que muchas de estas escalas alteran los resultados ya que incluyen niños que tienen otros problemas del neurodesarrollo, déficit neurosensorial o deficiencias cognitivas", agrega el experto español. Defiende, no obstante, el "incluir el chequeo precoz de los TEA durante el primer año del neurodesarrollo en estos pacientes, sobre todo si existe algún tipo de alarma precoz que involucre la interacción social, y principalmente en aquellos ex-prematuros con leucomalacia periventricular (daño diseminado de la sustancia blanca de la parte interna del cerebro) con afectación de las áreas posteriores asociativas parieto-temporo-occipitales, básicas para procesar la información que proviene de los sentidos".