jueves, 28 de junio de 2007

ANTIBIÓTICO USADO EN BEBÉS PODRÍA AUMENTAR EL RIESGO DE ASMA.

Un estudio sugiere que estos medicamentos podrían eliminar tanto las bacterias nocivas como las beneficiosas

Según una investigación reciente, administrarle a un bebé menor de un año antibióticos para infecciones que no sean del tracto respiratorio aumenta significativamente las probabilidades de que el niño desarrolle asma.

El estudio halló que el riesgo fue el mayor para aquellos bebés que recibieron varios cursos de antibióticos y para los que recibieron recetas para antibióticos de amplio espectro. Los antibióticos de amplio espectro tienden a eliminar una gran variedad de bacterias, tanto buenas como malas.

"El asma es una enfermedad de varios factores. Hemos encontrado evidencia de una relación entre el uso de antibióticos antes del primer año de vida y el asma", aseguró Kozyrskyj, autora líder del estudio y profesora asociada de la Universidad de Manitoba en Winnipeg, Canadá.

Una hipótesis, agregó Kozyrskyj, es que los antibióticos de amplio espectro eliminan demasiadas bacterias beneficiosas.

"Quizá sea que se necesita la presencia de las bacterias beneficiosas durante el primer año de vida para que el sistema inmunitario se desarrolle normalmente. Los antibióticos, por su parte, están eliminando parte de la microflora natural de los intestinos", dijo. Los hallazgos del estudio aparecen en la edición de junio de Chest.

Cada año, cerca de 4 millones de niños estadounidenses tienen asma activa, que causa unos 14 millones de días de escuela perdidos, según la American Lung Association. Debido a que, actualmente, el asma no se puede curar, sólo controlar, los investigadores se están enfocando en factores que podrían tener que ver con el desarrollo inicial de la enfermedad pulmonar.

Para el estudio nuevo, Kozyrskyj y sus colegas le hicieron seguimiento a unos 14,000 niños desde su nacimiento en 1995 hasta 2003, cuando habían cumplido siete años. Los datos provinieron del Programa de seguros de Manitoba Health Services y contenían información sobre consultas médicas, recetas, hospitalizaciones y diagnósticos.

Adicionalmente, los investigadores combinaron estos datos con la de las madres de los niños para determinar si había antecedentes maternos de asma. Los padres también llenaron encuestas sobre la exposición en el hogar y en el ambiente.

Todos los niños eran de Manitoba. La mitad era de sexo masculino y el 57 por ciento vivía en áreas urbanas. Los investigadores hallaron que la cuarte parte de los niños provenía de familias de bajos ingresos, el 90 por ciento tenía hermanos o hermanas, las madres del 5 por ciento tenían antecedentes de asma y el 6 por ciento desarrolló asma a la edad de siete años. Las dos terceras partes de los jovencitos habían recibido al menos una receta para antibióticos durante el primer año de vida y muchos de ellos para antibióticos de amplio espectro, según el estudio. Además, entre más antibióticos se hubieran recibido, mayor era el riesgo de asma.

Los niños que recibieron uno o dos cursos de antibióticos tenían un riesgo 21 por ciento mayor de asma, los que recibieron entre tres y cuatro un riesgo de 30 por ciento y los que recibieron más de cuatro un 46 por ciento.

Los niños que recibieron antibióticos para infecciones que no eran del tracto respiratorio, como las del tracto urinario, fueron hasta 86 por ciento más propensos a desarrollar asma que los tratados por infecciones respiratorias.

Entre otros factores que aumentaron el riesgo de asma se encontraban antecedentes familiares, vivir en áreas urbanas y ser de sexo masculino. Tener un hermano o hermana otorgó un efecto ligeramente protector, así como tener un perro si habían recibido varios cursos de antibióticos. Para los niños que habían recibido más de cuatro cursos de antibióticos antes del primer año, tener perro redujo el riesgo de asma en 28 por ciento. Sin embargo, entre los que recibieron menos antibióticos, el efecto protector no existió.

El Dr. Alan Khadavi, especialista en asma pediátrica del Centro Médico de la Universidad de Nueva York, aseguró que la prevención del asma no era ninguna razón para comprar un perro. "Si ya tiene perro, está bien, pero los estudios se contradicen respecto a si los perros son beneficiosos o perjudiciales"; agregó.

En cuanto al uso de antibióticos, aseguró Khadavi, "si su hijo menor de 1 año está enfermo, haga que lo evalúen. No insista con los antibióticos. Pero si se trata, por otro lado, de una infección grave que necesita tratamiento, yo no me preocuparía tanto por el riesgo de asma. Si es una infección leve, el método de esperar a ver no será perjudicial si están recibiendo la atención de un médico".

El Dr. Sai Nimmagadda, médico tratante de la división de alergología del Hospital conmemorativo infantil de Chicago, aseguró que el estudio señala la necesidad de "un uso más juicioso de los antibióticos, sobre todo de los de amplio espectro en los niños menores de un año".

"En cuanto se desarrolla la respiración sibilante, es difícil alterar el curso del asma, por lo que estamos revisando de nuevo para determinar si hay cualquier factor de riesgo que podamos cambiar", aseguró, Kozyrskyj recomendó que los médicos comiencen recetando antibióticos de espectro restringido, como amoxicilina, para los pacientes más pequeños y, si es necesario, intentar con uno de amplio espectro.

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Publicado en la revista Chest Junio 2007