Según los resultados de un estudio publicado en la edición de junio de Pediatrics, el consumo reducido de sacarosa a largo plazo en niños entre 13 meses y 9 años de edad se asocia a mejores hábitos nutricionales y mayor crecimiento que un consumo de sacarosa más elevado.
Soile Ruottinen, MSc, de la University of Turku (Finlandia) y sus colaboradores del Special Turku Coronary Risk Factor Intervention Project señalan que “dado que los alimentos ricos en azúcar pueden reemplazar a otros nutrientes, el consumo elevado de sacarosa influye negativamente en la calidad nutritiva de la dieta. El consumo excesivo de azúcar en la infancia puede favorecer la obesidad”.
El objetivo de este estudio prospectivo aleatorizado era evaluar las asociaciones entre consumo de sacarosa y de otros nutrientes, consumo de alimentos específicos y crecimiento en 543 niños con edades comprendidas entre 13 meses y 9 años.
Para evaluar el consumo de alimentos utilizaron los registros anuales de comidas desde los 13 meses hasta los 9 años. Dividieron a los niños en tres grupos según el consumo promedio de sacarosa: consumo constantemente elevado de sacarosa (el 10% superior), consumo constantemente reducido de sacarosa (el 10% inferior) y consumo intermedio de sacarosa (el 80% intermedio). Determinaron el peso y la altura absolutos y relativos a los 7, 13 y 24 meses de edad, y después de forma anual hasta cumplir los 9 años.
Cuando los niños alcanzaron los 2 años de edad, el grupo de consumo elevado de sacarosa ya había superado el nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud (<>
En comparación con los niños con consumo elevado de sacarosa, los niños con consumo reducido y medio tomaban más proteínas, sus dietas tenían grasas de mayor calidad y tenían tendencia a un mayor consumo de vitamina E, niacina, calcio, hierro, zinc y fibra alimentaria. Los niños del grupo de consumo reducido de sacarosa también tomaban más cereales, verduras y productos lácteos. Aunque el consumo de azúcar no estaba directamente relacionado con la obesidad, el peso, la altura y el índice de masa corporal de los niños presentaban diferencias entre los tres grupos entre los 7 meses y los 9 años de edad.
La limitación principal de este estudio era la dificultad para calcular con precisión el consumo de alimentos por parte de los niños.
Los autores del estudio señalan que “en niños entre 13 meses y 9 años de edad, el consumo reducido de sacarosa a largo plazo se asocia a mejores hábitos nutricionales y mayor crecimiento que un consumo más elevado. La sacarosa reemplaza en la dieta del niño a los productos lácteos, los cereales y otros alimentos ricos en micronutrientes, por lo que un consumo elevado de sacarosa también se asocia a menor consumo de proteínas. Nuestros hallazgos indican que el consumo elevado de sacarosa podría incluso afectar ligeramente al crecimiento”.