No hay duda de que algunos de los mejores pacientes y clientes de un pediatra son los niños que acuden a la guardería. Está mal que lo diga, pero es una realidad. Esto se debe al alto riesgo que tiene un bebé de enfermarse en un medio en el que se encuentran muchos niños, ya que se favorece la diseminación de infecciones con gran facilidad. Una de las labores que tenemos que hacer los pediatras es advertir a los padres, desesperados porque su hijo “siempre está enfermo”, de que mientras un bebé está en la guardería existe el riesgo de adquirir todo tipo de infecciones, en especial las virales. Estamos conscientes de que los padres los envían a las guarderías no por gusto, sino por necesidad, pues ambos padres trabajan colaborando en el sustento familiar. Un estudio realizado por la Academia Americana de Pediatría concluye que un niño que asiste a la estancia infantil o guardería tiene más cuadros gripales, influenza, diarreas e infecciones de los oídos que el niño que es cuidado en su casa. En la guardería, los niños se intercambian los juguetes de unos a otros, no se lavan las manos frecuentemente, no se cubren la nariz al toser o estornudar, se meten las manos a la boca y se frotan los ojos y la nariz frecuentemente, lo que hace que se contagien de cuadros gripales y adquieran la influenza en forma inevitable; pero eso no es todo, estas infecciones virales repetidas son propicias para que el niño adquiera otras infecciones causadas por bacterias como son las de los oídos. Otro estudio de investigadores mexicanos del Centro Médico Nacional concluye esto mismo y sugiere que sea analizada en el país la calidad de los servicios de estos centros y que se revisen sus medidas de atención a los niños con el objeto de disminuir la incidencia de enfermedades respiratorias.
Cuando los padres tienen la alternativa de seleccionar a qué guardería van a enviar a su hijo, deben darle preferencia a las que tengan menos niños y más personal que los cuide. Lo ideal es que haya un cuidador por cada 3 ó 4 y que los grupos de niños sean de entre 8 y 12 máximo pero entre menos, mejor. También es importante que el personal de una estancia sea capacitado y tenga la preparación adecuada , que no sea personal improvisado, debe de tener cursos de primeros auxilios y de resucitación cardiopulmonar. Es importante que en la guardería exista una zona separada del resto del área para cambiar los pañales -que deberán ser exclusivamente desechables- a los bebés y otra para preparar los alimentos; también es importante que sea otro personal diferente al que los cuida el que se encargue de estas labores. La persona encargada de preparar los alimentos debe lavarse las manos antes de la preparación de los alimentos y si la misma persona es la que va a alimentar al bebé, debe lavárselas nuevamente antes de alimentarlo. Todos los alimentos deben estar refrigerados y desecharse si no se consumen en un máximo de 24 horas. Es indispensable que haya suficientes lavabos para facilitar el lavado de manos frecuente del personal e instalaciones sanitarias adecuadas. El lavado constante y cuidadoso de las manos por parte del personal es una medida esencial en el control de infecciones en las guarderías; en estudios realizados, se ha demostrado una reducción del 50% en la presentación de diarrea en los centros que adoptan estas medidas. Debe haber una separación mínima de un metro entre cada cuna para disminuir la posibilidad de transmisión de gérmenes a través del medio ambiente. Los colchones, colchonetas y ropa de cama no deben de ser compartidos, a menos que sean lavados. Los juguetes que hay en una estancia deben ser lavables y poderse desinfectar cuando se cambian de un niño a otro, los bebés no deben intercambiar juguetes blandos, que no sean fácilmente lavables, como los muñecos de peluche, ya que pueden estar contaminados con secreciones infectadas. Es importante que se lleve a cabo una limpieza escrupulosa frecuente y rutinaria de todo el local incluyendo los muebles, paredes, lámparas etc. . No se recomienda que en una guardería haya alfombras y tapetes ya que son difíciles de mantener limpios y sin polvo, muchas veces se mantienen húmedos y retienen material infeccioso.
El personal de la guardería debe mantener una comunicación con los padres, y éstos deben informar al personal sobre los síntomas previos de sus hijos y la guardería tiene que tener toda la información necesaria para localizar a los padres en caso necesario. Cuando el personal detecta que un bebé presenta fiebre, rechazo al alimento, irritabilidad , disminución de la actividad o del estado de alerta, debe informar a los padres, ya que estos datos pueden indicar el inicio de una enfermedad. Cuando los niños presentan fiebre mayor de 38.5º C, erupción o exantema en la piel acompañado de fiebre, diarrea, vómito, llanto persistente e irritabilidad, dificultad para respirar, tos persistente o color amarillo en los ojos o en la piel (ictericia), deben ser suspendidos de la guardería y se les debe avisar a los padres para que lleven a su hijo con su pediatra. Las guarderías deben de tener reglamentos bien establecidos y llevarlos a cabo para evitar infecciones entre todos los niños. Los padres deben aceptar estos reglamentos. Es frecuente que los padres se molestan porque su hijo fue suspendido por enfermedad, ya que ellos trabajan y no tienen quien se haga cargo del niño; por eso, los padres deben planear previamente quien se hará cargo de su hijo enfermo mientras está suspendido de la estancia.
El niño que va a ser enviado a la guardería debe tener aplicadas todas las vacunas, no sólo las que se incluyen como obligatorias, sino todas las posibles. Esto incluye las vacunas contra la hepatitis A , la hepatitis B, la varicela, el meningococo C, el neumococo, de preferencia 13 valente, el rotavirus, y contra la influenza de aplicación anual. El personal que labora también debe de ser suspendido si se encuentra enfermo, sobre todo si tiene diarrea, enfermedades de la piel, hepatitis, tuberculosis pulmonar etc. y también para poder laborar en una guardería deben ser sometidos a exámenes médicos periódicos y tener las vacunas de algunas enfermedades -si no las padeció en la infancia- como la varicela, sarampión, rubéola y parotiditis. Muchos adultos ignoran que ellos también pueden y deben ser vacunados sobretodo con las nuevas vacunas como la de la hepatitis a, la hepatitis b, la varicela, la tosferina acelular para adultos y otras que tienen varios años de emplearse como la de la influenza, sarampión, rubéola y parotiditis.
Con todo lo expuesto anteriormente, quiero dejar bien claro que el niño que asiste a una guardería se enferma mucho más que el que no asiste y es cuidado en su casa, por lo que los padres deben estar bien conscientes de esta situación para no caer en la desesperación.
¿Quién debe cuidar al niño en ausencia de los padres?
¿Quién debe cuidar al niño en ausencia de los padres?
© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi 1999- 2012
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