A menudo el control de esfínteres se convierte en una etapa de difícil manejo para los padres. La negativa del niño a hacer deposiciones en varios días, la queja de que le duele al orinar o el “mojarse” la ropa porque espera hasta el último momento, son algunas de las quejas y preocupaciones que llegan a las consultas de pediatras y psicólogos.
En ocasiones pueden desencadenar un rosario de pruebas médicas en busca de infecciones o el ensayo de diversas soluciones, enemas, adiestramientos penosos como la exigencia de que haga deposiciones en horas y tiempos marcados, con la idea de “educar” al niño en la limpieza, lo que se traduce en horas sentado en el orinal, regañinas, etc. En realidad esto no hace más que aumentar la preocupación de los padres e iniciar una batalla con el niño, que si es sano, se resistirá con todas sus fuerzas a hacer lo que se le exige.