sábado, 6 de julio de 2013

ACCIDENTES EN LAS ESCALERAS ELÉCTRICAS


   Toda una atracción les resulta a los niños acompañar a su mamá de compras a las tiendas departamentales y supermercados. Les llama mucho la atención todo tipo de mercancía, correr por los pasillos, meterse entre los mostradores y 
hasta jugar a las escondidas, lo cual casi les provoca infarto a sus madres. También les atraen todo tipo de aparatos eléctricos y aparadores luminosos, pero lo que más les gusta es jugar en las escaleras eléctricas.

    En éstas les encanta correr subiendo y bajando en el sentido contrario al movimiento;  si éstas bajan,  ellos quieren bajarlas más rápido; frecuentemente van arrastrando su mano en la pared lateral de la misma, sacan la cabeza por el barandal y también les gusta sentarse en ellas.

     Sin embargo, en las escaleras eléctricas se accidentan gran número de niños. En un estudio publicado en la revista  Pediatrics , se reportan 26 casos de niños que se presentaron en Urgencias de un hospital en Nueva York; el 50% de los casos tenía entre 2 y 4 años de edad,
57% fueron niños, el 69% estaba acompañado por un adulto, el 50% no se estaba sosteniendo del barandal en el momento del accidente, el 31% estaba, o jugando o sentado o caminando en la escalera al momento del accidente, el 23% se lesionó al salir de la escalera.

     Las lesiones fueron causadas por golpes provocados por la caída, por el atrapamiento de una extremidad por los escalones en movimiento después de la caída o por el atrapamiento de una extremidad sin relación a la caída. El atrapamiento ocurrió tanto entre dos escalones como entre los escalones y el riel lateral. En el 65% de los accidentados se afectó la extremidad inferior y en 31 %, la extremidad superior. Las lesiones fueron variadas e incluyeron heridas, lesiones de los tendones, laceración de los nervios, fracturas de los dedos y amputaciones. El 50% de los casos se tuvo que hospitalizar para tratamiento operatorio (quirúrgico). El 15% de los accidentados quedó con pérdida significativa de la función del órgano afectado y el 46% quedó con deformidades cosméticas permanentes. 

     En otro estudio llevado a cabo en Ginebra, Suiza, los niños de 3 años fueron los más afectados y las lesiones en las manos fueron las más comunes.

     En los últimos años se han reportado varios accidentes en niños que suben las escaleras eléctricas utilizando los populares zuecos de hule Crocs o sus imitaciones.  


  Un estudio publicado en una revista especializada en ortopedia pediátrica reporta en un periodo de 2 años 17 accidentes en una escalera eléctrica y 13 de los accidentados usaban zuecos de hule durante el accidente. Los autores concluyen que este tipo de accidentes pueden ocasionar daños importantes como amputación de dedos y machacamiento de los huesos.
 Atribuyen la frecuencia de este tipo de accidente a el amplio diseño de punta del zapato que puede dar una falsa percepción de la distancia entre los pies y el costado de la escalera mecánica, mientras que la "suavidad" de estos zuecos de goma  los hace vulnerables a aplastarse al estar los escalones de la escalera en movimiento.

     Como verán, es importante tener presente que los niños pueden sufrir un accidente en las escaleras eléctricas y es deber de los padres evitar este tipo de percances siguiendo las siguientes recomendaciones:

  • El niño debe estar de pie mirando al frente, sostenido del barandal de hule que se mueve simultáneamente con los escalones y llevado de la otra mano por un adulto. 
  •  No se le debe permitir jugar ni sentarse en las escaleras, hay que estar pendiente al llegar al final para indicarle dar el paso hacia la plataforma del piso al que se llega.
  •  No suba a su hijo en la escalera eléctrica usando zuecos de hule.
  •  Nunca dejar a los niños pequeños viajar solos.
  • Si lleva a un bebé en cochecito, mejor use el elevador o sáquelo y llévelo cargado.

domingo, 30 de junio de 2013

LOS SUPOSITORIOS

     Para nosotros los pediatras, es muy común recibir alguna llamada de una madre angustiada porque su niño no quiere tomar la medicina y la vomita o porque no quiere cooperar para tomarla porque está dormido y cuesta mucho trabajo despertarlo. También es común la llamada de urgencia por la fiebre muy elevada de un bebé pequeño o de un niño, que en ocasiones le llega a provocar una convulsión febril. Estas son algunas de las situaciones en las que es muy útil administrar el medicamento en forma de supositorios por la vía rectal.

    
    Hay que recordar que existen varias vías de administración de los medicamentos, como los jarabes para tomar por vía oral, las cápsulas, tabletas o píldoras para deglutir o para poner debajo de la lengua, los medicamentos inyectables que se aplican directamente por vía intravenosa o que se inyectan por vía intramuscular, subcutánea o intradérmica, los que se aplican en forma de gotas por la nariz, por los ojos o por los oídos, las cremas o ungüentos y los parches transdérmicos que permiten el paso del medicamento a través de la piel o medicamentos para administrarse por vía inhalada con dispositivos especiales.

     Un supositorio es una forma farmacéutica sólida de administración rectal, que al fundirse a la temperatura del cuerpo libera el medicamento que contiene. La mayoría de los supositorios tienen forma de torpedo: en un extremo tienen punta o base más delgada y en el otro, su base es más ancha. También los hay de forma cilíndrica con un extremo de forma cónica o puntiaguda.

     Los supositorios están hechos para introducirlos en las cavidades, como el recto, la vagina o la uretra; sin embargo, muchas personas consideran que el término de supositorio es sólo para los que se aplican por vía rectal, y a los que se aplican por vía vaginal les denominan óvulos y a los que se administran por el orificio de la uretra los conocen como candelillas o bujías. En los niños únicamente se utilizan los supositorios por vía rectal. Nunca se deben utilizar por vía vaginal en las niñas.

     Los supositorios están elaborados con un excipiente, que es una sustancia inactiva que se usa como vehículo, en el que va el medicamento o principio activo. Pueden estar hechos a base de grasa vegetal sólida como la manteca de cacao, la glicerina o alguna otra.

     Cuando se introducen en el recto se derriten y empieza la liberación de la medicina o principio activo, el cual se absorbe por el recto y pasa al torrente sanguíneo, empezando su efecto según la sustancia que contenga.

     El principal uso de los supositorios en los niños es para aplicar medicamentos antitérmicos, para bajar la fiebre, o antieméticos, para controlar el vómito. También se utilizan los supositorios que contienen alguna sustancia que funcione como laxante en los casos de estreñimiento. Desgraciadamente, no hay todo tipo de medicamentos en forma de supositorios. Desde hace muchos años se dejaron de fabricar los antibióticos en esta forma, ya que muchos de ellos no se absorben de manera regular, por lo que no actúan contra una infección al no haber en la sangre niveles constantes del antibiótico.

     El uso de medicamentos en forma de supositorios es útil cuando el niño es incapaz de ingerir medicamentos por la vía oral, cuando son medicamentos que irritan la mucosa gástrica, cuando son medicamentos que no son absorbidos en el estómago por el efecto de los ácidos gástricos o cuando el medicamento tiene tan mal sabor que el niño no lo toma. El principal inconveniente de los medicamentos en forma de supositorios es que la absorción del medicamento podría ser incompleta o irregular, por lo que podría no alcanzarse un efecto terapéutico efectivo.

     Los supositorios hay que utilizarlos tal y como viene su presentación y no se recomienda cortarlos. Cuando se cortan a la mitad, la mayor parte del medicamento puede estar en una de las dos partes, generalmente en la punta, lo que puede ocasionar que el niño reciba una dosis mayor que la que se intenta administrar. Cuando hay necesidad de partirlos, se recomienda hacerlo de manera longitudinal, aunque a veces es muy difícil dejar dos mitades exactas, además de que al tratar de introducir una mitad tan delgada se puede desintegrar.

     La manera de administrar un supositorio sigue siendo controvertida. Aunque lo más lógico es introducir la parte puntiaguda del supositorio primero,  hay algunos estudios que recomiendan que hay que ponerlos al revés, esto es,
introduciendo la base del supositorio primero y dejando la punta atrás. De esta manera se garantiza que el supositorio se quede adentro y se aloje en el recto y el niño no lo expulse fácilmente.

     Investigadores egipcios estudiaron a cien pacientes, tanto adultos como niños, a los cuales se les insertó un supositorio, a unos por el extremo puntiagudo y a otros por su base. Encontraron que a los que se les introdujo por su base lo retuvieron en el 98% de los casos y no hubo necesidad de introducir el dedo en el canal anal para empujarlo y hubo una menor frecuencia de expulsión. Los autores concluyen que es mejor poner los supositorios introduciendo primero la base.


     Esto está confirmado en otro estudio de investigadores franceses que concluyen que introducir el supositorio por su base –o sea al revés– es mejor, sobretodo en niños que tienen tendencia a expulsarlos, aunque esta situación es contraria al sentido común de los padres.  Un estudio publicado en una revista especializada de enfermería cuestiona la validez de estos estudios y menciona que no hay nuevos estudios que hayan replicado estos resultados. Por otro lado la mayoría de los fabricantes de supositorios en el prospecto del medicamento continúan recomendando su aplicación  introduciendo primero  el extremo  puntiagudo.


Recomendaciones:
  • Antes de aplicar el supositorio trate de calmar a su hijo

  • Respete la privacidad de los niños pequeños y mayores, y aplique el supositorio en un sitio donde no esté presente el resto de la familia. Cubra el cuerpo con una sábana o toalla, dejando sólo expuesta la zona anal.

  • Explíquele al niño que no se tardará, que la medicina se debe aplicar de esa forma para que se alivie más rápido, y asegúrese de que entienda que no es un castigo.

  • Si el niño no se puede estar quieto, pídale a alguien que le ayude a sostenerlo para evitar lastimarlo.

  • Hay que lavarse las manos antes de aplicar un supositorio. Asegúrese de que sus uñas estén bien cortadas para no lastimar la zona anal del niño. De preferencia, use guantes desechables o cúbrase los dedos con una bolsa de plástico.

  • A los niños más grandes hágalos ir al baño a evacuar antes de aplicarles el supositorio.

  • Retire el empaque del supositorio. Si nota que está reblandecido, póngalo en agua fría o manténgalo por un tiempo en el refrigerador para permitir que se solidifique. Si lo tenía guardado en el refrigerador o nevera espere un poco para aplicarlo a temperatura ambiente.

  • Evite fraccionar un supositorio, y sólo si es muy necesario, pártalo a la mitad de manera longitudinal y no transversal.

  • Para facilitar la inserción del supositorio, aplique un poco de jalea lubricante que sea soluble en agua. Existen algunas especialmente para uso médico en el mercado. No utilice Vaseline, pomada a base de derivados del petróleo, ya que puede interferir con el funcionamiento de la medicina.

  • Ponga al bebé acostado boca abajo con sus rodillas dobladas o acostado boca abajo sobre sus piernas. También puede estar acostado de lado con sus piernas dobladas. Otra posición es acostado sobre su lado izquierdo y la pierna derecha flexionada por encima de la pierna izquierda hacia adelante. Con esta postura, el ano se expone más fácilmente y se favorece la relajación del esfínter externo o músculo del ano.

  • Ponga el supositorio en el ano y empújelo hasta que pase el músculo o esfínter y asegúrese de que el niño no lo regrese. Intente aplicarlo al revés, esto es, primero introduzca la base del supositorio, dejando la punta atrás. Con esta técnica hay menos probabilidad de que lo regrese.

  • Sostenga las nalguitas del niño y manténgalas cerradas por unos minutos para permitir que el supositorio se derrita y se absorba la medicina.

  • Trate de que el niño permanezca acostado boca arriba o de lado entre 10 y 15 minutos, que es el tiempo aproximado en el que se absorbe el medicamento.

  • Consienta a su hijo después de haber terminado el procedimiento y felicítelo por haber cooperado.

  • Los supositorios deben guardarse protegidos de la luz y en un sitio fresco. En zonas de mucho calor es conveniente mantenerlos en refrigeración, pero es importante leer las instrucciones del fabricante y verificar la fecha de caducidad.

© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi    


sábado, 19 de enero de 2013

MOLUSCO CONTAGIOSO



El molusco contagioso, también conocido con el nombre de molusco sebáceo de hebra, es una enfermedad de la piel, de naturaleza benigna que puede afectar a los niños pequeños, lactantes, preescolares y adolescentes, y es relativamente frecuente. Por lo general, no da síntomas ni los ocasiona en otras partes del cuerpo que no sea la piel. El nombre se origina por el aspecto que muestra el contenido de las lesiones al exprimirlas y a su fácil transmisibilidad.
     Desde 1841, Paterson demostró su naturaleza infecciosa. Actualmente, se sabe que es causado por un virus poxvirus que pertenece al grupo de Molluscipoxvirus.
     El molusco contagioso se presenta a cualquier edad, pero es mas común entre los 3 y los 16 años. La enfermedad se contagia por contacto directo o a través de objetos como pueden ser las toallas, o por compartir ropa contaminada, o por contacto sexual, especialmente en los adolescentes. Recientemente, se ha detectado la mayor frecuencia entre los niños que nadan en la misma alberca y donde posiblemente la transmisión sea por el contacto entre unos y otros, siendo también posible que el virus permanezca vivo en el agua y se adquiera directamente. Además, el mismo paciente puede autoinocularse al rascarse las lesiones. La contagiosidad es baja, pero se ha descrito que hay brotes en estancias infantiles o guarderías. Se desconoce hasta la fecha el periodo de contagiosidad pero se piensa que la enfermedad es contagiosa, mientras existan lesiones activas. El periodo de incubación, es decir, el periodo que pasa desde que un niño sano entra en contacto con un enfermo y el día que inicia la enfermedad, es de 2 a 7 semanas pero puede ser hasta de 6 meses.
     La lesión característica de esta enfermedad es una pápula (granito) que tiene una forma más o menos esférica, las lesiones más antiguas están umbilicadas en el centro –tienen un pequeño orificio--, son del color de la piel, su tamaño varía con la edad de cada lesión, desde forma de punto –o puntiforme-- de 1 mm hasta 4 ó 5 mm, que es lo más usual (ver fotos).En pocos casos las lesiones pueden alcanzar un mayor tamaño, hasta de poco más de un centímetro. A primera vista, parecen pequeñas ampollas o vesículas llenas de líquido, pero al palparlas e inspeccionarlas en forma cuidadosa se confirma su naturaleza sólida. El número de lesiones varía, desde una sola lesión hasta varias docenas, o aún, cientos de lesiones, sobretodo en los pacientes que tienen alteraciones en su sistema de defensas o sistema inmunológico, como por ejemplo, en los que tienen síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH).  Las lesiones pueden estar localizadas en cualquier parte del cuerpo, pero lo usual es que las lesiones predominen en una parte solamente. En los niños pequeños, predominan en la cara, en el tronco y en las extremidades; y en los adolescentes, en la cara interna de las piernas, en los genitales y en la zona del pubis. No se afectan las palmas de las manos ni las plantas de los pies. La mayoría de las lesiones no causan ninguna molestia, aunque en algunas, cuando están en vías de resolución, pueden apreciarse signos de inflamación. Las lesiones pueden durar desde algunas semanas hasta uno o dos años. Muchas de las lesiones se infectan debido al rascado. Algunas lesiones, al ser eliminadas, dejan un pequeño agujero que tiende a cerrarse sin dejar cicatriz, aunque algunas pueden dejar una cicatriz pequeña en forma punteada. Existen reportes de molusco contagioso generalizado en pacientes con VIH. En los adolescentes con lesiones en genitales es importante descartar otras enfermedades de transmisión sexual. 
     Es frecuente el contagio entre los hermanos o contactos que conviven en la misma casa, por lo que se recomienda revisarlos.
     El diagnóstico prácticamente se establece por la forma, localización y características de las lesiones, esto es, por las manifestaciones clínicas, aunque unas pocas veces es necesario realizar otros estudios, como visualizar al microscopio el contenido de las lesiones o realizar una biopsia de una lesión. Ante un niño que presenta múltiples lesiones (pápulas) del color de la piel que no causan otro síntoma, se deben analizar con una lente de aumento para buscar si están umbilicadas, lo que establece el diagnóstico clínico. 
     Otras enfermedades que se pueden confundir con el molusco contagioso son la trombidiasis -- causada por la reacción a un parásito del género trombiculidae frecuente en las aves de corral y que también ocasiona unas ronchitas o granitos umbilicados al centro--, el prúrigo por insectos,  los nevos benignos, los granulomas juveniles, las verrugas vulgares o mezquinos y otras.
     La enfermedad es autolimitada, esto es, que sin recibir ningún tratamiento se puede curar sola, aunque las lesiones podrían tardar entre 6 meses y dos años en sanar, pero la desaparición completa podría tardar 4 años. El tratamiento de las lesiones no genitales se da principalmente por motivos estéticos, aunque en adolescentes o adultos jóvenes con lesiones en genitales el tratamiento es para prevenir la propagación a los contactos. También con el tratamiento se evita la autoinoculación, se limita la transmisión del virus a los contactos cercanos y se previene una infección secundaria ocasionada por el rascado de las lesiones.
     El tratamiento consiste en la destrucción de cada lesión, minimizando el trauma de la piel circundante. Se han propuesto varios tipos de tratamientos.
     El más simple es el llamado curetaje o extracción de cada lesión, que se realiza con una cucharilla especial o con una aguja aplicando previamente una solución antiséptica. Rara vez se requiere anestesia local para realizar este proceso. También se ha utilizado la crioterapia, en la que las lesiones se tratan con nitrógeno líquido. Este tratamiento necesita ser repetido cada 2 a 4 semanas y existe la posibilidad de que se formen ampollas y dejen cicatriz. Este tratamiento es mejor en los niños mayores y cuando existen pocas lesiones de tamaño más grande. También se ha utilizado la aplicación de sustancias cáusticas en cada lesión, como la podofilina, el hidróxido de potasio (KOH), ácido tricloroacético al 25%, ácido salicílico al 15 % y la cantaridina. Esta última ha demostrado ser eficaz en el 90% de 300 niños tratados que mejoraron después de sólo dos tratamientos. No se reportaron complicaciones.  Sin embargo algunas  sustancias cáusticas podrían causar quemaduras por lo que se debe proteger la piel sana alrededor de la lesión.
     Se ha usado un medicamento, el imiquimod, que favorece la liberación de ciertas sustancias que funcionan como antiviral . Se aplica en cada lesión por las noches, 3 veces por semana, y se lava la piel por la mañana; la duración del tratamiento es de 4 a 12 semanas. Los efectos secundarios son leves, puede ocasionar discreto dolor y sensación de quemadura durante su aplicación. Tiene la ventaja de que el medicamento puede ser aplicado al niño por los padres en su casa, aunque a veces se combina con la aplicación de cantaridina en el consultorio.
     La tretinoína  aplicada de manera local en las lesiones también ha demostrado ser eficaz.
     En Australia han probado el aceite de una variedad de limón (Backhousia citriodora) obteniendo una reducción de 90 % en el número de lesiones después de 21 días de tratamiento y sin reportar efectos secundarios al tratamiento. Se ha utilizado la cimetidina por vía oral aunque se reportan otros estudios en los que no han demostrado un beneficio.  No existen medicamentos antivirales ni vacunas que sirvan para tratar esta enfermedad. 
     En los pacientes con inmunosupresión  el cidofovir en aplicación tópica ha resultado eficaz. 
     El láser pulsado de color es una terapia nueva, que aunque es de los tratamientos que pueden resolver la enfermedad más rápidamente, tiene el inconveniente de su alto costo, de que se necesita equipo especializado y de que puede dejar como consecuencia una pigmentación de la piel en el sitio de la aplicación, pero que puede ser transitoria. En general, es bien tolerado, no causa dolor y existe poca posibilidad de que deje una cicatriz.
     Son frecuentes las recurrencias en el caso de esta enfermedad, ya que las lesiones iniciales a veces son muy pequeñas y difíciles de detectar, por lo que es importante extraer o tratar todas las lesiones.
     Dado que los moluscos están en la epidermis, la capa más superficial de la piel, hay que tener cuidado de no sobretratarlos, ya que pueden dejar una cicatriz permanente. Se puede decir que un paciente está curado cuando tiene ya cuatro meses sin presentar lesiones.
Los moluscos contagiosos no deben impedir que un niño vaya a la guardería, a la escuela, o nade en albercas públicas. Cuando sea posible las lesiones que no están cubiertas con ropa hay que cubrirlas con un vendaje impermeable en especial al participar en deportes o al nadar y cambiarlo a diario o cuando se ensucie.

Recomendado:


Imágenes de molusco contagioso


Molusco Contagioso

Molluscum Contagiosum in Children

Patient information: Molluscum contagiosum (Beyond the Basics)



© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi    



lunes, 31 de diciembre de 2012

LA IMPORTANCIA DE MEDIR EL PERÍMETRO DE LA CABEZA


Se habrá preguntado alguna vez ¿para qué le miden el perímetro de la cabeza a los recién nacidos desde su nacimiento y cada mes durante las revisiones?
     La medición de la circunferencia de la cabeza constituye una parte importante de las medidas rutinarias que se les deben practicar a todos los niños para detectar en forma temprana alteraciones en su desarrollo. Es importante porque el tamaño de la cabeza refleja el desarrollo del cerebro y, si el cerebro no se desarrolla normalmente, como puede ocurrir en niños con retraso mental, es probable que su cabeza sea más pequeña de lo normal. La medición del perímetro cefálico proporciona una medida indirecta del crecimiento cerebral.
     La medición se debe efectuar con una cinta métrica que sea de buena calidad y que no se estire, para evitar lecturas erróneas. La cinta se coloca en la frente –por encima de las cejas y abajo de la línea del pelo– y por detrás debe pasar por la parte más prominente del occipucio, que es la porción posterior e inferior de la cabeza.
     Se pueden cometer errores ocasionados porque al nacer el cuero cabelludo del bebé está hinchado, o por la presencia de algún cefalohematoma. También se debe tomar en cuenta la forma de la cabeza; por ejemplo, una cabeza redonda podría tener una circunferencia menor que una cabeza de forma oval. Además, se debe tener en cuenta si el bebé fue prematuro.
     Los valores obtenidos en estas mediciones se comparan a las gráficas estandarizadas de acuerdo al sexo y edad  (Ver tablas).De estas gráficas –que abarcan del nacimiento a los 18 meses de edad y que se han integrado con las medidas de millones de niños, recolectadas durante muchos años– se han obtenido los valores normales de crecimiento. El niño cuyo perímetro cefálico se encuentra persistentemente en un mismo percentil es más probable que sea normal que el niño que se sale de un percentil, ya sea hacia arriba o hacia abajo.

     Los bebés prematuros de 28 semanas tienen un perímetro cefálico de 25 cms; los de 32 semanas, 29 cms; los de 36 semanas, 32 cms y los de término tienen entre 33 y 35.5 cms aproximadamente. Para el sexto mes de edad, el cerebro alcanza el 50% del tamaño del adulto y el perímetro cefálico mide aproximadamente 44 cms; para el año de edad, el 60% y mide aproximadamente 47 cms y para los 2 años, el 75% y mide aproximadamente 49 cms.

     En todos los casos, la circunferencia de la cabeza debe estar relacionada con el tamaño del bebé; por ejemplo, es probable que un bebé de estatura pequeña tenga la cabeza más pequeña que uno más largo y viceversa. Durante el primer año, la cabeza crece aproximadamente 10 cms y durante el segundo año crece sólo 2.5 cms aproximadamente. La circunferencia de la cabeza es mayor que el perímetro del tórax hasta los 6 meses, pero menor después de esa edad.

     Cuando se está valorando la circunferencia de la cabeza del bebé y se sospechan alteraciones, es importante obtener todas sus medidas, como el peso y la talla, y medir la cabeza de los padres y hermanos. Es muy importante practicar las mediciones de manera seriada para determinar la velocidad de crecimiento, por esa razón, deben acudir a la revisión del niño sano cada mes durante el primer año.
       El perímetro cefálico anormal alto es cuando se detecta por arriba de la percentila 97 de las tablas de crecimiento. Esto puede ser debido a múltiples causas, como la hidrocefalia, que puede ser ocasionada por una obstrucción en la circulación del líquido cefalorraquídeo –el cual se acumula y produce agrandamiento de la cabeza–, o por lesiones que ocupan espacio como tumores, o por hemorragias cerebrales, en las que el perímetro cefálico no sólo es alto sino que la velocidad de crecimiento se sale de las líneas percentilares máximas. Cuando el aumento en el perímetro cefálico es ocasionado por alguna enfermedad, es habitual que se acompañe de otros signos clínicos como el aumento del tono en los músculos de las piernas (hipertonía), movimientos oculares anormales o vómitos.
     Hay que tener en cuenta que no toda cabeza grande es anormal; cuando un niño tiene desnutrición, su cabeza es relativamente más grande; la llamada macrocefalia es frecuente en muchas familias y se le conoce como macrocefalia familiar. En esta entidad genética, los niños tienen cerebros grandes (megalencefalia). La mejor forma de diagnóstico es determinando la velocidad del crecimiento, la cual se obtiene con las mediciones seriadas; habitualmente, las mediciones permanecen en las percentilas altas, pero permanecen constantes sin salirse de la curva de crecimiento. La ecografía cerebral que se practica cuando aún no se ha cerrado la fontanela anterior (se cierra hasta los 18 meses ), ayuda a determinar si están crecidas las cavidades intracerebrales llamadas ventrículos. En la macrocefalia familiar, por lo general, la inteligencia es normal o con retrasos leves. La tomografía axial computarizada (TAC) es otro estudio usado ampliamente en la evaluación de los pacientes con cabeza grande.
     La microcefalia –cuando la cabeza no crece y su tamaño está por debajo de los valores normales– es indicativa de un cerebro pequeño por algún defecto en su desarrollo. Frecuentemente se asocia a retardo mental aunque puede haber microcefalia con inteligencia normal. La microcefalia también puede ser familiar y estar causada por un defecto genético o cromosómico.
     El cerebro en desarrollo puede ser afectado por gran variedad de factores pre y post natales, como infecciones (por ejemplo la toxoplasmosis), infecciones virales, toxinas, medicamentos tomados en el primer trimestre el embarazo, lesiones del sistema nervioso central y las llamadas craneosinostosis, en las que están fusionadas las suturas o uniones entre los diversos huesos que forman el cráneo, lo que impide que crezca adecuadamente el cerebro.
      Para terminar, queremos insistir nuevamente en la importancia de llevar al pediatra cada mes a sus hijos durante el primer año, llevar un registro de sus medidas y elaborar sus gráficas de crecimiento. Cualquier desviación del crecimiento esperado normal puede alertar al pediatra sobre un problema en el desarrollo.

Lea también:

Incremento del perímetro cefálico

Perímetro cefálico

Medición del perímetro cefálico

OMS: Perímetro cefálico para la edad

Utilidad del perímetro cefálico en el recién nacido para anticipar problemas en el neurodesarrollo

© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi    

miércoles, 26 de diciembre de 2012

VULVOVAGINITIS EN LAS NIÑAS

 
El principal motivo de consulta por un problema ginecológico en las niñas y las adolescentes es la vulvovaginitis (VV). En este artículo nos referiremos principalmente a la vulvovaginitis de las niñas y preadolescentes.

     La principal manifestación de este problema es la presencia de secreción o flujo que sale a través de la vagina –muchas veces detectada por la madre o cuidador "porque la niña mancha su calzoncito, pantaleta o braguita"–, acompañada de enrojecimiento en la zona y comezón. Muchas niñas presentan síntomas de infección de las vías urinarias asociada a la VV, como ardor al orinar, incapacidad para iniciar la micción o fiebre.

     Existen varios factores que predisponen a que este problema sea común en las niñas: la irritación vulvovaginal se presenta fácilmente en ellas debido a que las paredes vaginales son más delgadas por la falta de hormonas (estrógenos) característica de esta edad; también pueden aumentar la susceptibilidad a la invasión por bacterias la ausencia de vello en el pubis, la ausencia de cojinetes de grasa en los labios y el que muchas veces las niñas juegan en el suelo con las piernas abiertas o en cuclillas lo que favorece una apertura mayor de los labios menores que hace que los tejidos más sensibles que rodean el anillo himeneal queden expuestos.

     También hay que considerar que la proximidad del orificio anal a la vagina permite el paso de bacterias del excremento al área vulvovaginal. La masturbación también es un factor contribuyente. El uso de pañales origina un medio húmedo y cerrado que favorece la inflamación de la vulva y la vagina en las bebés; algunos contienen sustancias para absorber la orina y la humedad que pueden provocar irritación en la zona genital.

      Por lo general, la vulvovaginis recurrente tiende a remitir cuando la niña alcanza la pubertad, ya que aumenta la producción de las hormonas llamadas estrógenos, el pH de la vagina se torna más ácido como resultado en el aumento de la producción de ácido acético y ácido láctico, la cobertura de la vagina llamada epitelio se engruesa y la flora vaginal se hace más resistente.

      Son numerosas las causas de la vulvovaginitis, pero la más común en la edad pediátrica es la llamada vulvovaginitis inespecífica (VI) que se presenta aproximadamente en el 70% de los casos. La causa más frecuente de ésta es la higiene genital deficiente. Se manifiesta por salida de secreción o flujo de color verdoso, amarillo o café, de olor fétido y que se asocia a bacterias del excremento llamadas coliformes, siendo la más común la escherichia coli, es decir, está causada por contaminación fecal. La VI también puede ser causada por algunas bacterias del tracto respiratorio y por un parásito que ocasiona mucha comezón vulvar y anal, llamado oxiuro.

     Otras causas son la irritación ocasionada por jabones, detergentes, cosméticos o shampoos usados para la higiene o para el lavado de la ropa. Ciertas prendas de vestir pueden también contribuir al problema, como los pantalones de mezclilla gruesa (jeans o pantalón tejano) que las niñas usan muy apretados y que mantienen caliente y húmeda la zona genital; los leotardos o mallas, los shorts (pantalones cortos) de materiales elásticos como la likra, que las niñas llevan puestos mucho tiempo después de que hayan terminado sus actividades con ese tipo de ropa y las pantaletas o braguitas de materiales poco absorbentes de la humedad. Se han reportado casos de pacientes con vulvovaginitis crónica asociada a estreñimiento crónico y que se resolvieron hasta que se resolvió este último. La obesidad también contribuye a la irritación vulvar.

     Otro tipo de vulvovaginitis son las específicas que se producen por diversas causas; una es la ocasionada por un hongo llamado candida, que en las niñas pradolescentes no es tan común a menos que tengan un factor predisponente como el que usen pañales, el haber recibido antibióticos por tiempo prolongado, o el cursar con otras enfermedades como la diabetes mellitus. Algunas bacterias del tracto respiratorio pueden también ocasionar vulvovaginitis, como el estreptococo beta hemolitico del grupo A, el estreptococo neumonie, el estafilococo aureus y otras. De las llamadas bacterias entéricas (que habitualmente ocasionan infecciones intestinales) que también ocasionan vaginitis están, además de otras, la shigella, que ocasiona secreción sanguinolenta y provoca diarrea de manera concomitante.

     La VV también puede ser ocasionada por organismos de transmisión sexual como la Neisseria Gonorrhoeae o la Chlamydia trachomatis, el virus del papiloma humano (que ocasiona los llamados condilomas acuminados) y el herpes simple, por lo que su hallazgo nos obliga a llevar a cabo una cuidadosa evaluación para descartar abuso sexual.

      Podemos encontrar otras causas variadas de VV como la presencia de cuerpos extraños en la vagina –las niñas en la edad preescolar tienden a meterse objetos en los orificios, lo que más frecuentemente encontramos son restos de papel higiénico– y enfermedades de la piel que afectan la zona de la vulva como la dermatitis seborreica, la psoriasis y el liquen escleroso.

     Durante la consulta, los pediatras hacemos muchas preguntas a los padres que, junto con la revisión, nos ayudarán a determinar la causa del problema. En la mayoría de los casos, es suficiente una breve exploración practicada en el consultorio en la que revisamos cuidadosamente los genitales externos, observando si hay irritación, las características de la secreción que sale por la vagina y visualizando el himen, donde revisamos su integridad o la presencia de ruptura o de adherencias y datos que sugieran abuso sexual. La posición recomendada es con la niña viendo hacia abajo y con las piernas dobladas. Durante esta revisión aprovechamos para insistirles en la técnica adecuada de higiene. En los casos difíciles en que los síntomas persisten y en los que no se logra la cooperación de la niña, es necesario practicar la exploración cuidadosa bajo anestesia, en especial para descartar la posibilidad de un cuerpo extraño en la vagina, de un tumor o de abuso sexual y para tomar las muestras necesarias para el examen de la secreción vaginal.

     La parte primordial de la prevención y del tratamiento es la adecuada higiene genital y llevar a cabo las siguientes recomendaciones:

     1.- Enseñe a su hija desde pequeña la técnica adecuada de limpieza e higiene genital, limpiándose siempre de adelante hacia atrás, o sea, de la vagina hacia el ano, ya que de lo contrario arrastrará bacterias que normalmente existen en el excremento a la zona vaginal. Al limpiarla no la frote en forma agresiva ni permita que la niña lo haga. Si es posible se recomienda el aseo directo con un chorro de agua.

    2.-Trate de que use desde pequeña braguitas o  pantaletas blancas de algodón 100% ya que otros materiales, como el nylon o el dacrón, no permiten la suficiente ventilación. El que sean blancas facilita que la madre detecte si su hija las mancha, además de que muchos tintes que se utilizan para teñir la ropa podrían irritar la zona genital.

     3.- La ropa interior hay que lavarla usando un jabón suave y cambiar de marca, si es necesario, ya que algunas niñas se vuelven sensibles a algunos productos químicos que toleraban previamente. Hay que enjuagar perfectamente al final para eliminar todos los restos de detergente. Evite aplicarle talco.

     4.- Evitar que el shampoo y los jabones que se usan para el baño y para lavar el pelo escurran a la zona genital. En esta zona hay que usar un jabón suave, sin perfume y enjuagar perfectamente al final. El pelo hay que lavarlo al final. Por supuesto, los baños de jabón de burbujas en tina deben evitarse.

     5.- Acostumbre a su hija a dormir con pijama holgada o camisón, sin usar medias ni braguitas o pantaletas, para permitir la ventilación adecuada de la zona y que se pueda mantener seca.

     6.- Evite, dentro de lo posible, los pantalones gruesos de mezclilla (jeans o pantalón tejano), los shorts apretados, shorts de likra, leotardos, mallas, etc. y, si tienen que usarlos, que sea sólo el tiempo necesario para su actividad, por ejemplo, para una clase de baile y quitárselos al terminar.

     7.- Cuando vaya a la playa o a la alberca debe llevar ropa seca de remplazo para quitarle de inmediato el traje de baño (bañador) mojado lo más pronto posible y así evitar el exceso de humedad.

     8.- Si juega en la arena de la playa, de los parques, o en el piso con tierra suelta, hay que lavarla perfectamente de inmediato.

     9.- Use papel higiénico de buena calidad. Hay muchos de mala calidad que se desintegran con la humedad y dejan residuos en la zona genital de la niña, sobretodo cuando es la misma niña que está aprendiendo a limpiarse. Se puede iniciar la limpieza con toallitas húmedas, pero terminar con papel higiénico para mantener seca la zona genital.

     10.- Si aparte de la secreción vaginal su hija presenta comezón importante, como mencionamos anteriormente, es posible que tenga un parásito llamado oxiuro, conocido popularmente como alfilerillo. Este parásito ocasiona característicamente mucha comezón nocturna, comezón vulvar y en la zona anal. Su pediatra decidirá practicar exámenes y/o dar el tratamiento específico para este parásito. Los más eficaces son el pamoato de pirantel, el mebendazol y el albendazol. Sin embargo, por el ciclo del parásito, este tratamiento se repite a los 15 días y se da tratamiento a todos los miembros de la casa.

      11.- Algunas niñas tienen adheridos los labios menores. Esto se debe frecuentemente a la falta de higiene, que provoca irritación e inflamación, que a su vez hace que los labios menores se peguen. Por lo general, con el crecimiento y el cambio hormonal de la preadolescencia se despegan en forma espontánea. En ocasiones, son indicadas, cremas a base de estrógenos, en especial, cuando las adherencias obstruyen el orificio por el cual orina la niña y ocasiona infecciones de las vías urinarias.

     12.- Hay niñas que, por ir muy rápido al baño, no llegan a vaciar completamente su vejiga y posteriormente presentan un goteo que les causa irritación genital. Hay que insistirle en que tome el tiempo necesario en el baño hasta que vacíe completamente su vejiga. Enséñela que debe orinar con las piernas bien abiertas (y no cerradas por no bajar perfectamente el calzón) y secar la orina que queda en los genitales al final de la micción (siempre de adelante hacia atrás).

     13.- Hay que tratar el estreñimiento, evitando dar alimentos bajos en fibra que lo empeoran y, en caso necesario, el pediatra prescribirá laxantes.

     14.- Darle baños de asiento (sediluvios)  durante 15 minutos dos veces al día con agua a la que se le pueden agregar 2 cucharadas de ácido acético (vinagre blanco). Posterior al baño hay que secar perfectamente la zona. Es útil en estos casos secar con aire, con una secadora de las que se emplean para secar el pelo con la temperatura del aire fría o tibia. Si la niña presenta ardor importante al orinar, el que orine dentro del agua disminuirá la molestia, además, tiene que beber mucha agua, pues esto hará que orine claro y abundante disminuyendo el ardor.

     15.- En los caso persistentes a pesar de las medidas de higiene, el pediatra decide si es conveniente que la niña reciba un tratamiento con antibióticos por un mínimo de 10 días. Estos los selecciona el pediatra de acuerdo a los cultivos de la secreción o basado en las causas más comunes.

     16.- En el caso de las vulvovaginitis específicas, aparte de las medidas de higiene, se tratan de acuerdo a la causa. Las vulvovaginitis por candida responden favorablemente al tratamiento local con cremas a base de nistatina, clotrimazol o miconazol. Las causadas por bacterias del tracto respiratorio se tratan con antibióticos.

     No se confunda:

     - Las niñas recién nacidas pueden presentar secreción blanquecina en la zona genital, tener una menstruación y presentar aumento de tamaño de las glándulas mamarias, todo esto ocasionado por la estimulación de las hormonas maternas llamadas estrógenos que pasan al bebé.

     - Es normal que las niñas en la preadolescencia, uno o dos años antes de que presenten su primera menstruación, tengan una secreción mucosa y transparente que indica que las hormonas se están produciendo en su cuerpo.

     Para terminar, quisiera insistirles que las vulvovaginitis inespecíficas de las niñas son un problema muy frecuente y por lo general benigno, que no dejará ningún daño al sistema reproductor de su hija.

© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi