lunes, 31 de diciembre de 2012

LA IMPORTANCIA DE MEDIR EL PERÍMETRO DE LA CABEZA


Se habrá preguntado alguna vez ¿para qué le miden el perímetro de la cabeza a los recién nacidos desde su nacimiento y cada mes durante las revisiones?
     La medición de la circunferencia de la cabeza constituye una parte importante de las medidas rutinarias que se les deben practicar a todos los niños para detectar en forma temprana alteraciones en su desarrollo. Es importante porque el tamaño de la cabeza refleja el desarrollo del cerebro y, si el cerebro no se desarrolla normalmente, como puede ocurrir en niños con retraso mental, es probable que su cabeza sea más pequeña de lo normal. La medición del perímetro cefálico proporciona una medida indirecta del crecimiento cerebral.
     La medición se debe efectuar con una cinta métrica que sea de buena calidad y que no se estire, para evitar lecturas erróneas. La cinta se coloca en la frente –por encima de las cejas y abajo de la línea del pelo– y por detrás debe pasar por la parte más prominente del occipucio, que es la porción posterior e inferior de la cabeza.
     Se pueden cometer errores ocasionados porque al nacer el cuero cabelludo del bebé está hinchado, o por la presencia de algún cefalohematoma. También se debe tomar en cuenta la forma de la cabeza; por ejemplo, una cabeza redonda podría tener una circunferencia menor que una cabeza de forma oval. Además, se debe tener en cuenta si el bebé fue prematuro.
     Los valores obtenidos en estas mediciones se comparan a las gráficas estandarizadas de acuerdo al sexo y edad  (Ver tablas).De estas gráficas –que abarcan del nacimiento a los 18 meses de edad y que se han integrado con las medidas de millones de niños, recolectadas durante muchos años– se han obtenido los valores normales de crecimiento. El niño cuyo perímetro cefálico se encuentra persistentemente en un mismo percentil es más probable que sea normal que el niño que se sale de un percentil, ya sea hacia arriba o hacia abajo.

     Los bebés prematuros de 28 semanas tienen un perímetro cefálico de 25 cms; los de 32 semanas, 29 cms; los de 36 semanas, 32 cms y los de término tienen entre 33 y 35.5 cms aproximadamente. Para el sexto mes de edad, el cerebro alcanza el 50% del tamaño del adulto y el perímetro cefálico mide aproximadamente 44 cms; para el año de edad, el 60% y mide aproximadamente 47 cms y para los 2 años, el 75% y mide aproximadamente 49 cms.

     En todos los casos, la circunferencia de la cabeza debe estar relacionada con el tamaño del bebé; por ejemplo, es probable que un bebé de estatura pequeña tenga la cabeza más pequeña que uno más largo y viceversa. Durante el primer año, la cabeza crece aproximadamente 10 cms y durante el segundo año crece sólo 2.5 cms aproximadamente. La circunferencia de la cabeza es mayor que el perímetro del tórax hasta los 6 meses, pero menor después de esa edad.

     Cuando se está valorando la circunferencia de la cabeza del bebé y se sospechan alteraciones, es importante obtener todas sus medidas, como el peso y la talla, y medir la cabeza de los padres y hermanos. Es muy importante practicar las mediciones de manera seriada para determinar la velocidad de crecimiento, por esa razón, deben acudir a la revisión del niño sano cada mes durante el primer año.
       El perímetro cefálico anormal alto es cuando se detecta por arriba de la percentila 97 de las tablas de crecimiento. Esto puede ser debido a múltiples causas, como la hidrocefalia, que puede ser ocasionada por una obstrucción en la circulación del líquido cefalorraquídeo –el cual se acumula y produce agrandamiento de la cabeza–, o por lesiones que ocupan espacio como tumores, o por hemorragias cerebrales, en las que el perímetro cefálico no sólo es alto sino que la velocidad de crecimiento se sale de las líneas percentilares máximas. Cuando el aumento en el perímetro cefálico es ocasionado por alguna enfermedad, es habitual que se acompañe de otros signos clínicos como el aumento del tono en los músculos de las piernas (hipertonía), movimientos oculares anormales o vómitos.
     Hay que tener en cuenta que no toda cabeza grande es anormal; cuando un niño tiene desnutrición, su cabeza es relativamente más grande; la llamada macrocefalia es frecuente en muchas familias y se le conoce como macrocefalia familiar. En esta entidad genética, los niños tienen cerebros grandes (megalencefalia). La mejor forma de diagnóstico es determinando la velocidad del crecimiento, la cual se obtiene con las mediciones seriadas; habitualmente, las mediciones permanecen en las percentilas altas, pero permanecen constantes sin salirse de la curva de crecimiento. La ecografía cerebral que se practica cuando aún no se ha cerrado la fontanela anterior (se cierra hasta los 18 meses ), ayuda a determinar si están crecidas las cavidades intracerebrales llamadas ventrículos. En la macrocefalia familiar, por lo general, la inteligencia es normal o con retrasos leves. La tomografía axial computarizada (TAC) es otro estudio usado ampliamente en la evaluación de los pacientes con cabeza grande.
     La microcefalia –cuando la cabeza no crece y su tamaño está por debajo de los valores normales– es indicativa de un cerebro pequeño por algún defecto en su desarrollo. Frecuentemente se asocia a retardo mental aunque puede haber microcefalia con inteligencia normal. La microcefalia también puede ser familiar y estar causada por un defecto genético o cromosómico.
     El cerebro en desarrollo puede ser afectado por gran variedad de factores pre y post natales, como infecciones (por ejemplo la toxoplasmosis), infecciones virales, toxinas, medicamentos tomados en el primer trimestre el embarazo, lesiones del sistema nervioso central y las llamadas craneosinostosis, en las que están fusionadas las suturas o uniones entre los diversos huesos que forman el cráneo, lo que impide que crezca adecuadamente el cerebro.
      Para terminar, queremos insistir nuevamente en la importancia de llevar al pediatra cada mes a sus hijos durante el primer año, llevar un registro de sus medidas y elaborar sus gráficas de crecimiento. Cualquier desviación del crecimiento esperado normal puede alertar al pediatra sobre un problema en el desarrollo.

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© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi    

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