sábado, 7 de enero de 2012

TERRORES NOCTURNOS


     Se llama terror nocturno al despertar brusco con un grito o un llanto penetrante y manifestaciones de tener miedo intenso como palidez, sudoración excesiva, respiración rápida y temblores. El niño se encuentra agitado e inquieto y no puede ser consolado; puede estar sentado o correr de lado a lado y hablar con un lenguaje ininteligible o estar gritando; parece no darse cuenta de que los padres están presentes, aunque sus ojos están totalmente abiertos y tienen una mirada fija. Los episodios pueden durar entre 10 y 30 minutos y el niño no recuerda lo que le pasó a la mañana siguiente (amnesia).

     Este tipo de manifestaciones ocurren durante la primera fase del sueño, llamado de ondas lentas, por lo que los terrores nocturnos se presentan de 2 a 3 horas después de que el niño se acostó. Frecuentemente, se manifiesta en los niños antes de la pubertad, más a menudo entre los 3 y los 8 años de edad, aunque puede ser más tarde. Por lo general, evolucionan de forma favorable y se resuelven en la adolescencia de manera espontánea. En algunos episodios se han identificado factores favorecedores como la privación del sueño, la fiebre y el efecto de algunos medicamentos psicotrópicos. Más o menos se presenta en un 3% de los niños y en menos de 1% en los adultos. Son más comunes en los niños que en las niñas y es frecuente que lo presenten varios miembros de la familia, por lo que se piensa que hay un componente hereditario.

     Una de las medidas que se deben tomar es ayudar al niño a que recupere el sueño normal, es decir, que pase de un sueño agitado a uno tranquilo; para esto, encienda las luces para que el niño esté menos confundido y háblele en forma calmada y repetitiva, asegurándole que todo está bien. Es posible que no logre despertar a su hijo durante el episodio y, de hecho, no hace falta que lo haga. Algunos niños mejoran al tomarlos de la mano. No hay manera de acortar bruscamente el episodio. Sacudir o gritarle al niño sólo hará que esté más agitado y prolongará el ataque.

    Al igual que con el niño sonámbulo, hay peligro de que puedan caer por las escaleras, chocar contra la pared o romper una ventana, por lo que hay que protegerlo de ese tipo de accidentes. Trate de llevarlo suavemente a la cama. 

Si el niño va a ser cuidado por otras personas o va ir a dormir a casa de algún familiar, explíqueles a las personas que lo atienden lo que es un terror nocturno y lo que deben hacer si los presenta para evitar que reaccionen en forma exagerada.

     Al igual que con el sonambulismo, es recomendable utilizar la  técnica de los despertares programados  para reducir la frecuencia de estos episodios.  Ésta consiste en que los padres lleven un diario anotando la hora en que comienza el episodio durante varias noches y después empezar a despertar al niño 15 minutos antes de que empiece y verificando que esté bien despierto durante 5 minutos por lo menos. Con esta técnica, los terrores nocturnos se han eliminado en más del 80% de los casos. 

También es importante evitar que el niño se canse demasiado y procurar que descanse bien.