Podemos definir el sonambulismo como un trastorno del sueño en el cual el niño camina dormido. Este fenómeno generalmente ocurre durante la etapa profunda del sueño y se puede manifestar de diferentes formas: el niño puede estar sentado en la cama calmado, deambular dentro de su habitación, orinar en un closet, tratar de apagar o prender la luz, tratar de abrir o cerrar las puertas o de vestirse y desvestirse. También puede estar susurrando, y en ese momento su lenguaje es ininteligible.
El sonambulismo puede asociarse a los terrores nocturnos y refleja miedo, deseo de huir y agresividad. Al caminar dormido, el niño puede tener una cara inexpresiva y la vista fija, no responder a otras personas y es muy difícil lograr despertarlo. Hay dos rasgos característicos de este problema: que el niño no se acuerda lo que pasó (amnesia) y el horario, pues que casi siempre la situación se presenta entre la primera y la segunda hora después de acostarse.
El sonambulismo suele tener una evolución espontánea favorable, lo que respalda la hipótesis de que se trata de un proceso de desarrollo. Es más frecuente en los niños que en las niñas de edad escolar y se puede asociar a la enuresis (niño que moja la cama).
En los niños de 5 a 12 años se estima una frecuencia, de un episodio, del 15% y de más de un episodio, del 3 al 6%.Sólo en el 1% persisten hasta la edad adulta.
Entre el 10 y el 20% de los que padecen sonambulismo tienen antecedentes familiares, lo que hace pensar una probable influencia de la herencia. Un estudio realizado por Kales, en el que investigó 25 familias de somnámbulos, demostró que los factores hereditarios predisponían a presentar sonambulismo, pero el que lo manifiesten o no podría estar influenciado también por factores ambientales.
Los niños sonámbulos pueden hacerse daño, por lo que los padres deben proteger su habitación para evitar que se lastimen. Se pueden caer por los balcones o rodar escaleras. Muchas veces, el sonámbulo puede salirse a la calle, por lo que puede estar en riesgo de ser atropellado, mordido por un perro o simplemente extraviarse. Por eso se recomienda que su habitación esté ubicada en el piso inferior y que las puertas tengan cerraduras especiales que no sean fáciles de abrir para el niño. Nunca permita que un hijo sonámbulo duerma en la cama superior de una litera. Los padres nunca deben tratarlo de despertar ni gritarle ni sacudirlo, sino que lo deben guiar de regreso a su cama .
Hay que procurar que el niño sonámbulo duerma bien y descanse. La fatiga y la falta de sueño pueden producir episodios más frecuentes de sonambulismo. Si es difícil despertar a su hijo por la mañana, eso significa que necesita dormirse más temprano, por lo que procure mandarlo a dormir 15 minutos antes cada noche, hasta que logre que el niño se despierte por sí sólo en las mañanas.
El diagnóstico se confirma practicando un estudio especial del sueño que, además, ayuda a descartar que no se trate de una epilepsia ligada al sueño.
Para tratar las formas leves y moderadas se han empleado técnicas de relajación; también existen reportes de que puede servir la hipnoterapia; pero la técnica de los despertares programados ha resultado ser efectiva. Ésta consiste en que los padres lleven un diario anotando la hora en que comienza el episodio de sonambulismo durante varias noches y después empezar a despertar al niño 15 minutos antes de que empiece y verificando que esté bien despierto durante 5 minutos por lo menos. Con esta técnica, los episodios de sonambulismo se han eliminado en más del 80% de los casos.
El tratamiento con medicamentos se emplea únicamente en los casos considerados severos por su intensidad y frecuencia; para éstos se han usado medicamentos del tipo de los antidepresivos como la imipramina, aunque rara vez es necesario en niños.
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