lunes, 30 de enero de 2012

PESADILLAS

 
      Las pesadillas son sueños terroríficos que despiertan al niño. Todo mundo sueña cuatro o cinco veces durante la noche; unos sueños son buenos y otros malos. Es normal que estos sueños malos se presenten en todas las edades después de los 6 meses, aunque su presencia es más evidente en los niños en edad preescolar.

      Las pesadillas normalmente se presentan durante la segunda mitad de la noche, cuando el soñar está en su mayor intensidad, y pueden ocurrir más de una vez por noche. Cuando el niño tiene pesadillas, por lo general se despierta muy asustado, casi siempre recuerda el contenido del sueño y puede ser tranquilizado con la presencia de los padres. 

     Las pesadillas se presentan más frecuentemente durante los periodos en que el niño está sometido a estrés, por ejemplo, cuando están en la fase de entrenarse a ir al baño, cuando hay problemas familiares, después de haber sufrido un accidente o cuando empiezan a ir a la escuela. También es frecuente que se presenten cuando los niños ven programas de televisión o películas de terror o violencia. El aliviar este factor de estrés, por lo general disminuye la frecuencia de las pesadillas. 
     Una vez que ha ocurrido una pesadilla, el niño se despierta y se levanta asustado y temeroso. Los padres deben calmarlo y ayudarlo a tranquilizarse sin realizar una discusión profunda sobre si existen los monstruos o no. Asegúrele que Usted está ahí para protegerlo y que no le ocurrirá nada malo. Tenga en cuenta que una pesadilla es una cosa real para un niño pequeño. La discusión sobre esos temores que ocasionan las pesadillas hay que hacerlos durante el día y ya con el niño calmado.Explíquele a su hijo que ha tenido un mal sueño, acompañelo en su cama hasta que esté tranquilo, déjele la puerta de su habitación abierta y la luz prendida, especialmente si tiene temor a la oscuridad. La mayoría de los niños se duermen enseguida. 
     Los padres deben tratar de identificar los factores que puedan causar estrés al niño, y para eso deben apoyarse consultando a su pediatra y platicando con sus profesores. Nunca amenace o asuste a su hijo, ni de broma, con que "se lo va a llevar la bruja o se lo van a comer los monstruos".
     Las diferencias principales entre los terrores nocturnos y las pesadillas son que los terrores son más frecuentes entre los 3 y los 8 años, predominan en los niños, se presentan en la primera fase del sueño, no despiertan al niño , no queda memoria del evento y se exacerban por el estrés. Las pesadillas se presentan a cualquier edad, de igual manera en niños y niñas, ocurren en la segunda fase del sueño, por lo general despiertan al niño, queda memoria del evento y también se exacerban por el estrés.

viernes, 20 de enero de 2012

MORETONES, MORETES O CARDENALES

Un motivo usual de consulta es el niño al que la madre le encuentra numerosas manchas violáceas en el cuerpo. Éstas también se conocen como moretones, moretes, morados o cardenales y los médicos les llamamos equimosis o púrpuras. Son muy frecuentes en los niños, ya que reciben golpes que muchas veces pasan inadvertidos, pero pueden ser causadas por el maltrato físico, por abuso sexual, por enfermedades en la sangre y trastornos de la coagulación, como las púrpuras u otras enfermedades de la sangre. El color nos permite identificar el tiempo que tienen de haberse producido; por ejemplo, las recientes son de color rojo y azul, de uno a 3 días toman un color de azul oscuro a violeta, de 7 a 10 días un color verde amarillento, de más de 8 días un color amarillo-café y tienden a desaparecer a las 2 a 4 semanas.

Hace algunos años fué publicado un estudio en el que se investigaron niños menores de 36 meses que acudían a sus consultas de revisión del niño sano. Se encontraron moretones en el 20.9% de los cuales no se sospechaba que fueran víctimas de abuso físico, sólo el 2.3% tenía menos de 9 meses de edad, pero las presentaban el 17.8% de los niños que ya gateaban o que empezaban o ya caminaban. El sitio más frecuente fue la cara anterior de la pierna y la rodilla. Los moretones en estos niños son muy comunes también en la frente y en la parte superior de las piernas, pero es muy raro que se presenten en la cara o en el tronco y nunca en las manos o en las nalgas.

En otro estudio practicado por Carpenter, el 12% presentaba moretones, todos sobre la parte frontal del cuerpo y localizados en las zonas donde hacen prominencia los huesos, sobretodo la frente y las espinillas y algunas en la cara sobre las órbitas y el mentón. Se confirma que al aumentar la movilidad en los niños al ir creciendo, aumenta el número de moretones. En el caso de los niños de quienes se abusa físicamente, los moretones, por lo general, tienen varios días de evolución, ya que estos niños no son atendidos en forma inmediata a la lesión; además presentan moretones de diferentes colores, lo que sugiere que se produjeron en diferentes tiempos; éstos se localizan en los genitales, en las nalgas, en los hombros, en la espalda y en las manos, sobretodo en su cara posterior; también estos niños pueden tener quemaduras intencionales, laceraciones y lesiones con la forma del objeto con el que fueron provocadas.

Es importante no confundir la mancha morada llamada mancha mongólica de los recién nacidos que se presenta en la parte baja de la espalda o las nalgas con moretones de otras causas.

En el caso de abuso sexual, se pueden encontrar estos moretones en la zona genital, la vulva y en el himen.

Los pacientes que presentan un trastorno en la coagulación sanguínea, como los que padecen hemofilia A, tienen antecedentes de que les salen moretones fácilmente, pero por lo general tienen sangrados en las partes profundas de la piel y pueden tener la llamada hemartrosis, que es la presencia de sangre en una articulación; sin embargo, este diagnóstico es poco probable tratándose de niñas y generalmente encontramos el antecedente de que hay casos familiares de esta enfermedad. Los pacientes que cursan con alguna enfermedad en las que las plaquetas se encuentran bajas, como en las llamadas púrpuras, además de los moretones, pueden tener las llamadas petequias, que son pequeñas hemorragias microscópicas que se manifiestan como pequeños puntos rojos que se manifiestan bajo la piel; éstas son planas y no desaparecen ni se blanquean al hacer presión. Quiero aclarar que las petequias pueden aparecer en la cara de niños sanos que efectúan mucho esfuerzo al toser, al vomitar o al evacuar. También cuando las plaquetas se encuentran disminuidas es común que tengan hemorragias en otras partes del cuerpo, como por ejemplo, sangrado por la nariz.

También puede haber moretones en el caso de la leucemia linfocítica aguda en los niños, pero en ésta, además de los moretones, hay también petequias y puede haber manifestaciones de sangrado en la mucosa oral y en las encías, y un análisis de la sangre nos revela anemia, baja en las plaquetas, glóbulos blancos muy elevados o muy disminuidos y linfoblastos.

En mi experiencia, he visto que muchos niños que tienen moretones posteriores a golpes y se exponen al sol, se les fija el pigmento de la sangre en la piel, por lo que la mancha les puede durar mucho tiempo.

Ya que he mencionado varias causas que pueden originar estos moretones, quisiera recomendar a las madres que se acostumbren a ser observadoras para detectar éstos en forma temprana y consultar con el pediatra para determinar su causa.

domingo, 15 de enero de 2012

SONAMBULISMO


Podemos definir el sonambulismo como un trastorno del sueño en el cual el niño camina dormido. Este fenómeno generalmente ocurre durante la etapa profunda del sueño y se puede manifestar de diferentes formas: el niño puede estar sentado en la cama calmado, deambular dentro de su habitación, orinar en un closet, tratar de apagar o prender la luz, tratar de abrir o cerrar las puertas o de vestirse y desvestirse. También puede estar susurrando, y en ese momento su lenguaje es ininteligible.
     El sonambulismo puede asociarse a los terrores nocturnos y refleja miedo, deseo de huir y agresividad. Al caminar dormido, el niño puede tener una cara inexpresiva y la vista fija, no responder a otras personas y es muy difícil lograr despertarlo. Hay dos rasgos característicos de este problema: que el niño no se acuerda lo que pasó (amnesia) y el horario, pues que casi siempre la situación se presenta entre la primera y la segunda hora después de acostarse.
     El sonambulismo suele tener una evolución espontánea favorable, lo que respalda la hipótesis de que se trata de un proceso de desarrollo. Es más frecuente en los niños que en las niñas de edad escolar y se puede asociar a la enuresis (niño que moja la cama).
     En los niños de 5 a 12 años se estima una frecuencia, de un episodio, del 15% y de más de un episodio, del 3 al 6%.Sólo en el 1% persisten hasta la edad adulta.
     Entre el 10 y el 20% de los que padecen sonambulismo tienen antecedentes familiares, lo que hace pensar una probable influencia de la herencia. Un estudio realizado por Kales, en el que investigó 25 familias de somnámbulos, demostró que los factores hereditarios predisponían a presentar sonambulismo, pero el que lo manifiesten o no podría estar influenciado también por factores ambientales.
     Los niños sonámbulos pueden hacerse daño, por lo que los padres deben proteger su habitación para evitar que se lastimen. Se pueden caer por los balcones o rodar escaleras. Muchas veces, el sonámbulo puede salirse a la calle, por lo que puede estar en riesgo de ser atropellado, mordido por un perro o simplemente extraviarse. Por eso se recomienda que su habitación esté ubicada en el piso inferior y que las puertas tengan cerraduras especiales que no sean fáciles de abrir para el niño. Nunca permita que un hijo sonámbulo duerma en la cama superior de una litera. Los padres nunca deben tratarlo de despertar ni gritarle ni sacudirlo, sino que lo deben guiar de regreso a su cama .
     Hay que procurar que el niño sonámbulo duerma bien y descanse. La fatiga y la falta de sueño pueden producir episodios más frecuentes de sonambulismo. Si es difícil despertar a su hijo por la mañana, eso significa que necesita dormirse más temprano, por lo que procure mandarlo a dormir 15 minutos antes cada noche, hasta que logre que el niño se despierte por sí sólo en las mañanas.
     El diagnóstico se confirma practicando un estudio especial del sueño que, además, ayuda a descartar que no se trate de una epilepsia ligada al sueño.
     Para tratar las formas leves y moderadas se  han empleado técnicas de relajación; también existen reportes de que puede servir la hipnoterapia; pero la técnica de los despertares programados ha resultado ser efectiva. Ésta consiste en que los padres lleven un diario anotando la hora en que comienza el episodio de sonambulismo durante varias noches y después empezar a despertar al niño 15 minutos antes de que empiece y verificando que esté bien despierto durante 5 minutos por lo menos. Con esta técnica, los episodios de sonambulismo se han eliminado en más del 80% de los casos.
     El tratamiento con medicamentos se emplea únicamente en los casos considerados severos por su intensidad y frecuencia; para éstos se han usado medicamentos del tipo de los antidepresivos como la imipramina, aunque rara vez es necesario en niños.

sábado, 7 de enero de 2012

TERRORES NOCTURNOS


     Se llama terror nocturno al despertar brusco con un grito o un llanto penetrante y manifestaciones de tener miedo intenso como palidez, sudoración excesiva, respiración rápida y temblores. El niño se encuentra agitado e inquieto y no puede ser consolado; puede estar sentado o correr de lado a lado y hablar con un lenguaje ininteligible o estar gritando; parece no darse cuenta de que los padres están presentes, aunque sus ojos están totalmente abiertos y tienen una mirada fija. Los episodios pueden durar entre 10 y 30 minutos y el niño no recuerda lo que le pasó a la mañana siguiente (amnesia).

     Este tipo de manifestaciones ocurren durante la primera fase del sueño, llamado de ondas lentas, por lo que los terrores nocturnos se presentan de 2 a 3 horas después de que el niño se acostó. Frecuentemente, se manifiesta en los niños antes de la pubertad, más a menudo entre los 3 y los 8 años de edad, aunque puede ser más tarde. Por lo general, evolucionan de forma favorable y se resuelven en la adolescencia de manera espontánea. En algunos episodios se han identificado factores favorecedores como la privación del sueño, la fiebre y el efecto de algunos medicamentos psicotrópicos. Más o menos se presenta en un 3% de los niños y en menos de 1% en los adultos. Son más comunes en los niños que en las niñas y es frecuente que lo presenten varios miembros de la familia, por lo que se piensa que hay un componente hereditario.

     Una de las medidas que se deben tomar es ayudar al niño a que recupere el sueño normal, es decir, que pase de un sueño agitado a uno tranquilo; para esto, encienda las luces para que el niño esté menos confundido y háblele en forma calmada y repetitiva, asegurándole que todo está bien. Es posible que no logre despertar a su hijo durante el episodio y, de hecho, no hace falta que lo haga. Algunos niños mejoran al tomarlos de la mano. No hay manera de acortar bruscamente el episodio. Sacudir o gritarle al niño sólo hará que esté más agitado y prolongará el ataque.

    Al igual que con el niño sonámbulo, hay peligro de que puedan caer por las escaleras, chocar contra la pared o romper una ventana, por lo que hay que protegerlo de ese tipo de accidentes. Trate de llevarlo suavemente a la cama. 

Si el niño va a ser cuidado por otras personas o va ir a dormir a casa de algún familiar, explíqueles a las personas que lo atienden lo que es un terror nocturno y lo que deben hacer si los presenta para evitar que reaccionen en forma exagerada.

     Al igual que con el sonambulismo, es recomendable utilizar la  técnica de los despertares programados  para reducir la frecuencia de estos episodios.  Ésta consiste en que los padres lleven un diario anotando la hora en que comienza el episodio durante varias noches y después empezar a despertar al niño 15 minutos antes de que empiece y verificando que esté bien despierto durante 5 minutos por lo menos. Con esta técnica, los terrores nocturnos se han eliminado en más del 80% de los casos. 

También es importante evitar que el niño se canse demasiado y procurar que descanse bien.